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Las Fallas no logran atraer a los inmigrantes

Un estudio del ayuntamiento constata la baja integración en la fiesta: «No les interesa, prefieren pasar el tiempo libre entre iguales»

Un grupo de comerciantes chinos elabora una paella en el valenciano barrio de Russafa. | LEVANTE-EMV

El estudio realizado por el Ayuntamiento de València, a petición del Consell Local d’Immigració, para conocer el grado de participación de la población de origen migrante en las asociaciones de la ciudad y diseñar un plan que lo favorezca desmonta uno de los mitos asociados a las comisiones falleras a las que se reconoce el rol de «hacer barrio» y favorecer las relaciones socio-culturales entre los vecinos. El estudio realizado por la Concejalía de Participación, en colaboración con la de Desarrollo e Inmigración, y centrado en los barrios de la Creu del Grau y Marxalenes, establece un baremo para clasificar las asociaciones de la ciudad con tres grados de implicación que van desde las entidades proconvivencia a las hostiles, pasando por las entidades distantes o indiferentes frente a la población inmigrante, dentro de las cuales se incluirían las comisiones falleras .

Una de las asociaciones que principalmente se encuentra dentro de este posicionamiento son las fallas de los barrios estudiados. Son entidades que, en sintonÍa con este punto, manifiestan un discurso básicamente indiferente a la cuestión de la migración. Al mismo tiempo, entienden que la población de origen migrante se encuentra demasiado «alejada» de los objetivos de una agrupación de estas características: «no les interesa, prefieren pasar el tiempo libre entre iguales, es normal...».

En uno de los talleres realizados por los responsables del estudio sobre la participación de la población inmigrantes en las distintas asociaciones de la ciudad se debatió sobre la complejidad o las dificultades percibidas por algunos vecinos y vecinas en la hora de acceder a participar dentro de una falla, principalmente porque las fallas son un tipo de asociación muy peculiar, a la cual a menudo se accede a partir de redes informales de sociabilidad, esto es, por contactos y amistades.

Esta propuesta plantea una estrategia del fomento de la participación intercultural también en otras fiestas populares de la ciudad, como las que muchas asociaciones de vecinos y vecinas organizan en sus barrios (por ejemplo, San Marcel·lí).

Otras fiestas

En este sentido, cogiendo el carácter bidireccional inherente a la interculturalidad, sería interesante a su vez, incluir o vincular al tejido asociativo local en las celebraciones populares asociadas a la diversidad que se dan en la ciudad, como el Ramadán o el nuevo Año Chino. Habría que iniciar diálogos entre el tejido asociativo «autóctono» de los barrios y el tejido de población de origen migrante que organiza estas celebraciones para testar posibles colaboraciones en este sentido, apunta una de las propuestas.

Los resultados del estudio se trasladarán próximamente al consejo sectorial. El estudio, tal como avanzaron las titulares de Participación e Inmigración, Elisa Valía y Maite Ibáñez, revela que, «en contra de lo que a menudo se afirma, la población de origen migrante sí que participa en aquellos barrios donde se asienta», aunque su implicación se circunscribe a entidades cercanas a la vida cotidiana de ellos y de sus hijos, como las asociaciones de madres y padres (Ampas), los equipos deportivos y, en menor medida, las entidades religiosas».

En el tejido asociativo local «están emergiendo diferentes liderazgos de personas de orígenes diversos, que están encabezando esas asociaciones», apunta el informe. Entre las barreras que perciben los vecinos y vecinas de origen migrante para participar en las redes sociales es el desconocimiento del idioma del país de acogida. Asimismo el informe aconseja «potenciar otras fiestas además de las Fallas como espacios de participación intercultural» y también las bandas de música.

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