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LA CULTURA PERDIDA EN LA CAPITAL

La València de los cines de barrio

La ciudad llegó a contar en 1965 con 50 cines de reestreno como el Aliatar, el Triunfo o el Savoy, y de todos ellos actualmente solo queda en funcionamiento el Cinestudio d’Or y las fachadas abandonadas de algunos otros

La València de los cines de barrio

València siempre ha sido una ciudad de cine en todos los sentidos. La primera proyección cinematográfica en València se realizó en el que era el Teatro Circo Apolo, posteriormente convertido en cine. En concreto, el 10 de septiembre de 1896 el exhibidor ambulante Charles Kall proyectó una serie de películas en el local. Sin embargo, como muchos otros, sucumbió a los avances de la época y a los planes urbanísticos y fue derribado en 1969.

La ciudad , en su conjunto, fue capital de los emblemáticos cines de barrio, un fenómeno casi olvidado del que apenas queda una tenue sombra: Savoy, Torrefiel, Aliatar, Triunfo, Monumental... Muchas de estas salas de cine han caído en el olvido con el paso del tiempo, así como los edificios a los que daban nombre. Ejemplo de ello es el cine Martí ABC, ubicado en el n º 26 de la avenida Antiguo Reino de València. El 16 de diciembre de 1964 proyectó su primera película en 70 mm, «Beckett», de Peter Glenville. En 2005 el telón se bajó para siempre y, desde entonces, el local ha permanecido «abandonado».

Uno de los cines de barrio más desconocidos es, quizá, el cine Valencia. Localizado en el n º 1 de la calle Organista Plasencia, ha resistido de manera silenciosa mientras sus compañeros eran derruidos o destinados a otros fines. Como relata Severiano Iglesias en su libro «Cines olvidados: Valencia, periferia y pedanías», esta sala proyectó cine mudo desde los años veinte. Todavía se aprecian en su fachada reminiscencias de diseño Art Decó. El reducido local tenía capacidad para 300 espectadores y, según la obra, solían acudir personas de condición humilde, como labradores, costureras o sirvientas. «Este cine permanece cerrado desde después de la guerra», cuenta Iglesias.

La progresiva desaparición

La decadencia de los cines de barrio, los de reestreno de doble sesión, comenzó a raíz de la aparición del vídeo doméstico en los años 80, según el escritor. «La gente acudía al videoclub y cogía la película de estreno que quería y dejó de asistir a los de barrio».

Las cifras son reveladoras en este sentido. En 1965 Valencia capital contaba con 11 cines de estreno y 50 de reestreno, según la Cartelera Bayarri. En 1991 la cifra era de 30 salas de estreno y 1 sólo cine de reestreno, el Avenida, que cerraría al año siguiente.

Bajo el nombre de Cinestudio también resistieron el d’Or y el Metropol. El primero todavía continúa en activo; es el único. El segundo, inaugurado en 1934, está a la espera de saber si conservará su estructura o será derruido.

Las nuevas fórmulas de negocio y el nuevo modelo de cine, que apuesta por la ubicación de las salas en grandes centros comerciales o a las afueras de la ciudad, así como la paulatina llegada de los avances digitales, provocaron que esos cines que daban vida a los barrios desaparecieran. Asimismo, la llegada de la televisión a todos los hogares, según el autor, inició una abismal decadencia.

El cine digital llegó para quedarse, lo que provocó a su vez la progresiva desaparición de los propios cines de estreno a partir de los años 90. Muchos no podían asumir económicamente la conversión a este modelo y se vieron abocados al cierre. En los cines de barrio, la situación se acentuó.

«Aunque el sistema digital es mucho mejor, el cine de celuloide era más romántico», apunta Iglesias, cinéfilo empedernido. Los cines de reestreno permitían pasar la tarde entera en la sala. «Yo iba al Aliatar, donde podías ver tres películas seguidas», cuenta.

Iglesias no cree que estos vuelvan a aparecer; piensa que se enmarcaron en una época de la historia. Y es que los cines de barrio eran verdaderas joyas para los amantes del séptimo arte. Aunque su futuro es incierto, su pasado siempre estará presente en las calles de València.

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