No seré yo quien ponga en duda el reciente informe de la Policía Local sobre la seguridad de la ciudad que señala la caída de hurtos. Pero sin ir más lejos el viernes al mediodía tropecé con media docena de agentes persiguiendo a un ladrón entre la esquina de Moratín y Sant Vicent. Comiendo en un conocido gastrobar de la zona, el propietario me explicó el descontento de los comerciantes de Ciutat Vella por la profusión de robos en los últimos días. Una cliente que estaba en la conversación contó como dos días antes le robaron el móvil a un amigo dentro incluso del local, y que gracias a la condición atlética de la víctima lo aplacó a los cien metros. La vuelta de turistas ha provocado la desescalada de los habituales carteristas, como era previsible, sin embargo me cuentan de la presencia de una pandilla más violenta que incluso roba el teléfono a transeúntes mientras están hablando. Y cuando pregunto por la solución, aseguran que faltan agentes de Proximidad que actúen como elementos disuasorios.