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El regreso a la plaza de la Reina del 'arquitecto de Nueva York'

El arquitecto valenciano que triunfó en Estados Unidos con sus bóvedas de ladrillo ignífugas carece de una calle principal rotulada con su nombre en la ciudad

El regreso a la plaza de la Reina del «arquitecto de Nueva York»

Rafael Guastavino (1842-1908) fue uno de los arquitectos valencianos más destacados a nivel internacional de finales del siglo XIX y principios del XX, sin embargo, muchos opinan que no cuenta todavía con un reconocimiento a la altura de su obra en la ciudad. El que fue considerado, por la prensa norteamericana, «arquitecto de Nueva York» solo cuenta con una modesta calle rotulada con su nombre en el barrio del Cabanyal, detrás del descampado del derogado PAI de las piscinas olímpicas, en Eugenia Viñes, un emplazamiento totalmente descontextualizado, según apunta la concejala del PP Julia Climent en la moción que ha presentado para que el gobierno del Rialto conceda una avenida o vía principal a Guastavino. También en línea con el Círculo por la Defensa del Patrimonio demanda que se coloque un busto y una placa en la plaza de la Reina, donde estuvo en su día la calle Puñalería, en uno de cuyos edificios nació Guastavino.

El regreso a la plaza de la Reina del «arquitecto de Nueva York»

Guastavino nació el 1 de marzo de 1842 en la ciudad de Valencia, prácticamente a los pies de la Catedral. Fue el quinto hijo de catorce hermanos, de los que sólo una mitad llegaría a la edad adulta. Valencia era entonces una ciudad de apenas 140.000 habitantes. Formado en el taller del arquitecto Sebastián Monleón, Guastavino completaría sus estudios en la Escuela de Maestros de Obras de Barcelona, con Joan Torras y Elías Rogent, de quienes más tarde también serían discípulos Antoni Gaudí y el resto de padres del Modernismo catalán.

El regreso a la plaza de la Reina del «arquitecto de Nueva York»

Su matrimonio con su prima Pilar, hija adoptiva de un acaudalado comerciante, abriría a Guastavino las puertas a la aristocracia textil de la Ciudad Condal, recibiendo numerosos encargos para sus viviendas particulares en el Ensanche. Una de las obras que le granjeó prestigio en sus inicios fue la fábrica Batlló, todo un alarde de la arquitectura industrial donde Guastavino empleó por primera vez las técnicas que años más tarde le daría fama en Nueva York.

El regreso a la plaza de la Reina del «arquitecto de Nueva York»

La azarosa vida del arquitecto valenciano le llevó a emigrar a Estados Unidos acuciado por las deudas. Allí alcanzó la fama y prestigio que no obtuvo en su tierra y allí llegó a erigir centenares de edificaciones en Boston, Chicago, Washington, Philadelphia y, muy significativamente, en Nueva York, ciudad donde desarrollaría principalmente su actividad, uniendo su nombre a ella para siempre. Suyas son obras tan emblemáticas como la estación de metro de City Hall, la Grand Central Terminal, la Sala de Registro de Ellis Island, las arcadas del Puente de Queensboro, o la cúpula de San Juan el Divino.

Su método ignífugo de construcción basado en las bóvedas tabicadas de ladrillo junto con la belleza de sus creaciones le dieron fama en un país asolado por los incendios, como el de Chicago (1871). Guastavino desembarcó con 39 años en Nueva York (ciudad de la que ya no regresó) tras la ruptura con su esposa.

Además de una calle principal con el nombre del arquitecto, el PP también solicita la colocación de un busto y una placa conmemorativa, en el lugar de nacimiento de este ilustre valenciano, tan pronto como finalicen las obras de peatonalización de la Plaza de la Reina.

Entre los reconocimientos que en los últimos años se han hecho del arquitecto destacan el documental realizado por Elena Vizcarra, El arquitecto de Nueva York, premiado en el año 2016 con el Delfín de Oro en el Festival de Cannes o la reciente publicación del libro A prueba de fuego, de Javier Moro, en la que se relata, desde la perspectiva de su hijo, la aventura americana de Guastavino, ofreciéndose detalles de la vida personal del arquitecto hasta la fecha desconocidos.

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