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Urbanismo lanza una guía para reducir molestias en las 100 obras de este verano

La reforma de las plazas de Reina y Brujas y las obras de la L10 complican la movilidad de la ciudad

Urbanismo lanza una guía para reducir molestias en las 100 obras de este verano

Reducir las molestias que generan las actuaciones urbanísticas y aprovechar además para incluir medidas que permitan combatir el efecto «isla de calor» y el cambio climático es el objetivo del manual de buenas prácticas que impulsa el Ayuntamiento de València. La nueva «Guía para introducir aspectos ambientales en las obras de urbanización» que acaba de presentar la Concejalía de Desarrollo Urbano, que incluye medidas para reducir el polvo, las emisiones contaminantes y las vibraciones de la maquinaria pesada, pero también para dar preferencia a los pavimentos permeables, al reciclado de materiales y al aprovechamiento de las aguas pluviales, llega en un verano donde coinciden más de un centenar de obras en toda la ciudad, 20 de ellos en Ciutat Vella. Por los problemas de movilidad y ruido que están generando destacan la reurbanización de la plaza de Brujas y el Mercat y la reforma de la plaza de la Reina, pero también las obras de la L10 del metro-tranvía, que conectará la calle Alicante con Natzaret que incluyen las zanjas de la calle Bailén para la conexión peatonal subterránea, así como infinidad de obras de canalizaciones y servicios en Nou Moles, en vías como la calle Democracia, y Benimaclet, donde se realizan obras de desvío del colector norte, y los nuevos PAI en ejecución.

Urbanismo lanza una guía para reducir molestias en las 100 obras de este verano

La guía que se aplicará en todas las actuaciones que se desarrollen en el futuro en Ciutat Vella, se someterá a aprobación en la Junta de Gobierno Local a propuesta de la concejalía de Urbanismo que dirige Sandra Gómez. La guía identifica los factores ambientales y propone soluciones para amortiguar los posibles efectos negativos. Así, analiza aspectos como la reutilización de materiales, el arbolado, la iluminación, la presencia de sólidos, líquidos o gases, irrigaciones del subsuelo, la reducción de CO2 o la visibilidad o calidad paisajística de los entornos patrimoniales y cuál es la medida a adoptar que proporciona una mejor respuesta a las necesidades medioambientales en cada caso.

En el documento, por ejemplo, se determina la necesidad de realizar estudios de los parámetros climáticos del aire, el viento y el sol para ajustar las superficies de sol y sombra en cada área y reducir el efecto «isla de calor», la instalación de vegetación de fácil mantenimiento y bajo consumo de agua o la puesta en valor del patrimonio arquitectónico y arqueológico facilitando su contemplación.

Igualmente, establece una serie de criterios básicos como peatonalizar el máximo de metros cuadrados posible, priorizar el uso de la bicicleta si existen viales, la plantación de árboles y la creación de parterres, praderas y pavimentos permeables. Con respecto a la reducción de ruidos, la guía propone utilizar preferentemente pavimentos fonoabsorbentes, mobiliario urbano con recubrimientos que atenúen el ruido, la ordenación de las terrazas y la colocación de pantallas vegetales.

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