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Necrológica

Sol Romeu Alfaro: La líder vecinal que nunca dio una batalla por perdida

La activista Sol Romeu. levante-emv

La ciudad de València y, desde luego, el barrio de La Amistad, no serían lo mismo si no se hubiera cruzado en sus respectivas existencias Sol Romeu Alfaro, activista vecinal de referencia que falleció ayer a los 88 años en el Hospital Clínic. El funeral será hoy, a las 10 horas, en el Parque de la Paz. Después de 40 años de dedicación al movimiento ciudadano como presidenta de la Asociación de Vecinos La Amistad, el Ayuntamiento le rindió su merecido homenaje nombrándola hija predilecta de la ciudad en 2016, aunque ella se mantuvo en activo hasta diciembre de 2019, cuando dejó el cargo por motivos de salud. Veinte años antes se había jubilado como empleada de uno de los Registros de la Propiedad de la capital.

Sol Romeu perteneció a la generación de activistas que logró que la democracia y la participación se asentaran en España tras la dictadura de Franco. Reivindicativa, comprometida, culta, insobornable y tenaz, ha sido la figura en la que decenas de integrantes del movimiento ciudadano se han fijado a lo largo de cuatro décadas de brega con responsables políticos y administrativos de todo signo y sobre multitud de asuntos, como la protección del Saler o la mejora de la atención social para las personas de la tercera edad.

Su barrio, La Amistad, en el distrito de Algirós, fue el primer gran beneficiado de la actuación de Sol Romeu. Con su insistencia logró que el gobierno municipal del socialista Ricard Pérez Casado ejecutara en los años 80 lo que se conoció como una urbanización integral, la ejecución simultánea de todas y cada una de las obras que necesitaba, desde el alcantarillado al asfaltado, pasando por el ajardinamiento, equipamiento escolar y sanitario, alumbrado… un barrio nuevo llave en mano que aún se disfruta hoy en todos sus rincones. Sólo quedó un solar, una parcela triangular con fachada a la calle Yecla que el arzobispado tenía reservada para erigir una iglesia. Sin embargo, Sol Romeu tenía otros planes y acabó logrando que, en lugar de templo, ese espacio fuera el centro cívico que es hoy, albergue de actividades culturales y sociales, que fue la guinda de la actuación municipal en la zona. La concentración de inversión local en un punto no se repitió tras comprobar los munícipes que no se veía acompañada del rédito electoral esperado, y los presupuestos se repartieron entre más barrios en lo sucesivo.

Romeu no dio nunca una batalla por perdida, como sabe bien el València Club de Fútbol. Desde la Federación de Asociaciones de Vecinos, que fue primero de l’Horta y es hoy de València, la activista lideró el rechazo a la ampliación del estadio de Mestalla impulsada por el entonces presidente, Francisco Roig, y llevó el caso hasta el Tribunal Supremo, que dio la razón a la entidad ciudadana y declaró ilegales las nuevas gradas del coliseo valencianista en 2006 por exceso de volumetría. Aún hoy, la Federación de Asociaciones de Vecinos de València podría pedir la ejecución de la sentencia y forzar el derribo de los graderíos añadidos, que nunca solicitó por existir un compromiso del club para trasladar el estadio a Benicalap. La presidenta de la entidad, María José Broseta, recordaba que, si el traslado no se realiza, la federación instará el derribo.

La líder vecinal valenciana pasaba largas temporadas, especialmente los veranos, en su casa de la localidad de Siete Aguas. Leía y escribía prácticamente todos los días, poseía una extensa biblioteca y llevaba un diario. En marzo de 2019, Sol Romeu donó una colección de 127 discos de vinilo, tanto de música clásica como de pop, al patrimonio municipal. Siempre le gustó recordar la afinidad y la proximidad que sentía hacia su pariente cercano, el genial escultor Andreu Alfaro, cuyo taller frecuentó. También era sobrina de Vicent Alfaro Moreno, alcalde de València entre 1931 y 1932, impulsor del monumento a Sorolla en la playa de la Malva-rosa y apreciado por las entidades animalistas por su especial sensibilidad hacia los animales y las plantas y su firme oposición a las corridas de toros, lo que le valió el reconocimiento como primer alcalde animalista de España.

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