Los arqueólogos municipales acaban de encontrar nuevos restos del desaparecido Convento de la Merced, una de las tantas víctimas de las tropelías urbanísticas y patrimoniales perpetradas en la ciudad de Valencia a lo largo de la historia. El convento estaba situado en la hoy plaza de la Merced, conocida también en su tiempo con el nombre de Plaça dels Alls, consta así documentada por Marco Antonio Orti, en el siglo XVII.  Marcos Antonio de Orellana adelanta al XVI dicha denominación comercial al citar dos bandos del Consell de la Ciutat, uno entgregando la plaza para su ocupación pública a los productores y vendedores de ajos y otro al fijar el itinerario de una procesión que por allí debía pasar festejando la victoria por nuestras tropas de una ciudad en Argel, dentro de los rifirrafes que aquellas y estas costas tenían de continuo con desembarcos recíprocos de saqueos y captura de rehenes.

Está igualmente en los archivos históricos registrada como Plaça dels Alls otra procesión que pasaba por allí –Valencia ha sido siempre la ciudad de los conventos y de las procesiones, esas procesiones que con la excusa de la pandemia se dedican a prohibirlas desde los poderes establecidos contrarios a ellas- el 11 de octubre de 1648 en acción de gracias por el ceses de unas de las miles de epidemias que en estas y otras tierras desde siempre hemos tenido a lo lar4go de la historia.. Curiosamente en este cortejo se llevó la imagen de los Desamparados a visitar a la Virgen de Gracias, hasta ésa época patrona principal de la ciudad.

En algunos tiempos compartieron los vendedores de ajos la plaza con los carpinteros en la venta de sus productos y po ello se le denominó también plaça dels capsers. Fijémonos que hoy día en na calle cercana hay diversas tiendecitas de objetos de mimbre y carpintería, cuyos orígenes de rastrearlos nos llevarían hasta la plaza en la que asentaban sus reales els fusters y que al final acabó denominándose plaza de la Merced por hallarse allí el Real Convento de Nuestra Señora de la Merced, de los PP. Mercedarios.

En este convento vivió un tiempo el P. Gilabert Jofré, quien está en el origen de la devoción, culto y advocación de la Virgen de los Desamparados. Cerca de allí, por la calle Trench ocurrió el suceso de apedreamiento de un loco al que defendió el fraile en su camino a la catedral un domingo para predicar el sermón de Cuaresma.

Plano del convento de la Merced

Tuvo su importancia el convento, el segundo de la Orden Mercedaria después de el de El Puig. Su recorrido acabó con las Desamortizaciones, los saqueos e incautaciones del Estado de los bienes y expulsión de ellos de las Órdenes Religiosas, por imperativo del Real Decreto de 19 de febrero de 1836, de la Reina Gobernadora, María Cristina de Borbón Dos Sicilias, regente del Reino de España, al tener Isabel II, sólo tres años al ser proclamada.  Se da la circunstancia que Valencia le tiene dedicada avenida a dicha Gobernadora regente, la calle que va de plaza del Ayuntamiento a la plaza del Mercado, donde estuvo el convento arrasado.

El convento ocupaba el solar de la manzana de edificio que se levanta hoy entre la plaza del Mercado y la de la Merced. Fue Jaime I quien reconquistada Valencia en 1238 donó dichos terrenos para construir el convento a los Mercedarios que le acompañaban en la conquista. El investigador V. Dualde Pérez tiene publicado en los Anales de la Real Academia de Cultura Valenciana un estudio sobre la relación del Convento de la Merced con el Gremio de los Allbeytares  (veterinarios de la época) de la ciudad pues éstos y los herreros celebraban aquí sus funciones religiosas, además de los cirujanos y barberos.

 Cuenta Dualde que el primer convento e iglesia eran edificios pequeños y que en 1649 comenzó la construcción de un convento e iglesia mucho más grandes, tarea en la que se invirtió bastantes años. El convento ya concluido aparece dibujado en el plano del P. Tosca de 1704. Tenía un gran patio central y fachadas porticadas. La puerta principal del convento daba aa la plaza de la Merced, la plaça dels Alls,.

 Lo adquirió Mariano Carsi, “comerciante y aprovisionador del ejército” y pagó por él 500.000 reales. El convento fue demolido en 1840 con su iglesia y su campanario, pasando su capilla de San Juan de Letrán y el sepulcro de Guimerán al Museo de Bellas Artes. Era de piedra y ladrillo construido por el llamado Maestro de la Merced. El especulador hizo el gran negocio de su vida, a costa de demoler el monumental edificio, cuyo solar, lugar muy bien situado junto a la plaza del Mercado lo revendió para la especulación urbanística.