Sobre las 6:30 h de la madrugada,y tras una noche de fiesta, bebida y suciedad; los servicios municipales de limpieza acuden al barrio de Benimaclet para iniciar su trabajo. En poco tiempo, los operarios deben recoger las latas, las botellas de vidrio o los plásticos presentes en la zona y que generan una gran cantidad de residuos acumulados en las distintas calles.
En concreto, los botellones realizados durante las noches del jueves, viernes y sábado en este barrio generan 1.200 kilos de residuos. Según los datos de la concejalía de Gestión Sostenible de Residuos Urbanos y Limpieza del Espacio Público del Ayuntamiento de València, los servicios municipales de limpieza recogen 400 kilos diarios de basura en una sola noche de botellón.
Por ello, y ante la mayor presencia de gente en la zona durante las últimas semanas, los servicios municipales destinan cada día cuatro operarios que barren manualmente la zona y una hidrolimpiadora que se encarga de retirar los materiales más difíciles de limpiar.
Fuentes de la concejalía señalan que han adaptado «la cantidad de efectivos según las necesidades de la zona y aquí hemos detectado que se produce una gran concentración de gente», por lo que añaden que es «uno de los barrios a los que estamos destinando más recursos, aunque creemos que con el aumento de la presencia policial, disminuirá la afluencia de gente».
De esta manera, las latas de cerveza y las botellas de cristal son los residuos más abundantes que tiran los incívicos, seguidos por bolsas, vasos, paquetes de tabaco y otros tipos de plástico ya que, según indican, «hemos detectado que mucha gente cena en la zona y deja la basura allí».
Otros de los residuos más abundantes son aquellos relacionados con los productos de higiene como es el caso de los pañuelos, el papel o las mascarillas contra la Covid-19.
«El olor es insoportable»
Los vecinos y vecinas de Benimaclet agradecen el trabajo por parte de los servicios municipales de limpieza. No obstante, añaden que, en ocasiones, deben ser ellos mismos quienes se encargan de desinfectar la zona.
«Hay suciedad y olor que no pueden quitar y somos nosotros quienes tenemos que salir con la manguera, los cepillos y la lejía a eliminarlo», explica Ramón, uno de los residentes del barrio y cuya vivienda se encuentra situada cerca de la plaza en la que se producen las aglomeraciones. Además, indica que cerca de la zona hay una guardería y «esto supone un problema de salubridad». «Es insoportable el olor al que nos enfrentamos por las mañanas y tenemos que gastarnos nuestro dinero en productos para desinfectar, ya que delante de mi casa mean, se drogan y mantienen relaciones sexuales», denuncia.
En este sentido, Enrique, otro residente del ágora, señala que hay días «que te quedas pegado en la calle por la suciedad y, en mi caso, tengo dos niñas y debemos limpiar con mayor cuidado». No obstante, también reconoce la labor de los operarios, que tienen que recoger toda la suciedad de la zona, «pero es injusto que tengamos que pagar con nuestros impuestos la limpieza de estos residuos que genera gente que no piensa en nosotros y actúa de manera incívica», lamenta esta fuente.