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Un hogar para inmigrantes

Una inmobiliaria se especializa en proporcionar viviendas asequibles a migrantes con dificultades para acceder a ellas

Isolina Canales recibe las llaves de manos de Francisco Blanco. | NOMBRE FEQWIEOTÓGRAFO

Isolina Canales es hondureña, pero actualmente reside en la ciudad de València cuidando a una mujer de 86 años como interna. Trabaja sin ningún tipo de contrato y se encuentra en situación administrativa irregular, pero, como ella reconoce, «he tenido que venir aquí porque la situación está muy mal en mi país y tenemos que sobrevivir». De hecho, lamenta «creen que venimos porque queremos y es por necesidad». Su procedencia, como la de muchas personas inmigrantes, le ha dificultado el acceso a una vivienda. «Hay mucho racismo inmobiliario, no nos quieren ofrecer ningún alquiler porque no tenemos contrato», explica.

Por ello, Isolina ha llegado a compartir un piso con otras siete personas en pésimas condiciones. «Se aprovechan de nuestra situación y saben que nos conformamos con cualquier lugar en el que podamos descansar», denuncia.

Reconoce que ha preguntado insistentemente en varias inmobiliarias, pero «nos ponen muchos problemas y frente a un español, siempre tenemos todas las de perder». Sin embargo, este «no» cambió por un «sí» al conocer a Francisco Blanco.

Blanco, procedente de Nicaragua, también se encontró ante esta dificultad al llegar a la ciudad. «Buscaba empleo y me di cuenta que podía unir el mundo social con el empresarial», explica. Además, él trabajaba en una inmobiliaria y afirma que «nos llegaban solicitudes de ONG y me di cuenta que era difícil encontrarles una vivienda».

Por ello, decidió iniciar su propio proyecto inmobiliario. Hongares es la primera agencia especializada en gestión de alquileres para inmigrantes y ONGs en la ciudad de València. A través de este proyecto, Blanco, junto a su equipo, captan a propietarios que ofrecen sus viviendas en varios portales inmobiliarias y les propone sumarse a la iniciativa y, en ocasiones, son los propietarios los que ofrecen sus viviendas.

Reconoce que es complicado recibir un «sí» por respuesta, pero «muchos de ellos se sienten aliviados al saber que yo trato previamente con los interesados y les pido total confianza». El impulsor de Hongares indica que «recibo miles de llamadas, pero la oferta es escasa, aunque suele ayudar a unas tres personas por semana». «Hay que concienciar a la sociedad porque estas personas son gente trabajadora e implicada», indica. Afirma que el proceso de búsqueda es «complicado», pero «después se crea un vínculo entre el propietario y el alquilado».

«Nosotros les hacemos un acompañamiento personalizado, ya que cada persona tiene sus necesidades», indica Blanco, quien añade que «la dificultad de encontrar un hogar incrementa entre las personas procedentes de Marruecos o África, ya que en estos casos aún hay más racismo».

En este sentido, Isolina indica que el problema que se encuentran en la comunidad latina «es que nuestros trabajos son temporales y muchas veces no tenemos contrato y esto dificulta encontrar una vivienda».

«Es necesario que se produzca un cambio en la sociedad porque ellos se sienten frustrados al no conseguir una vivienda», indica el impulsor de este proyecto.

«Ojalá no existiesen este tipo de inmobiliarias porque eso significaría que existe la igualdad, pero todavía queda un largo camino por recorrer», concluye.

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