Hace un año desde que el pleno del Ayuntamiento de València aprobó llevar a cabo un plan integral para rescatar la Punta. Un plan para frenar la degradación urbana de la pedanía, mejorar la limpieza y reactivar económica y socialmente este núcleo residencial, en cuya parte más antigua solo quedan un bar y un taller de reparación de automoción como únicos supervivientes del comercio local.

Mientras, los vecinos se sienten «olvidados» y defienden que este acuerdo plenario no ha servido «para nada». Incluso Salva Ramos, un residente de la zona de los bungalós, afirma que la situación «ha empeorado» por el aumento de los robos en las alquerías y de la inseguridad y la insalubridad derivada de la prostitución. La Carrera del Río, que pasa por delante del Martinot, la Iglesia de la Punta y llega hasta la depuradora de Pinedo, es el lugar donde se concentran desde hace años las prostitutas y sus clientes.

j.m.vigara. vaLÈNCIA

Mientras, los problemas de siempre, los que se remontan a décadas, siguen sin resolverse. El presidente de la Asociación de Vecinos de La Punta, Vicent Romeu, lamenta que el plan integral aprobado en noviembre de 2020 se ha quedado «en palabras y solo palabras». «No han hecho nada» pese a que 31 de los 33 concejales del gobierno y la oposición votaron a favor.

Las carencias de la pedanía son terribles. Casi impropias de un pueblo de la València del siglo XXI. «El autobús de la EMT -cuenta Romeu- pasa cada hora y cuarto, u hora y media»; y el centro auxiliar médico está infradotado de recursos materiales y personal, de modo que para vacunarse contra la Covid «una parte de la pedanía tuvimos que ir a Massamagrell». La limpieza se limita al baldeo de la calle principal, Jesús Morante Borrás, y las aceras son totalmente inaccesibles para cualquier persona, con o sin movilidad reducida. «Cuando llueve -recalca el dirigente vecinal- es frecuente que se inunden algunas casas» de la vía principal, Jesús Morante Borrás, que hace también de carretera del viejo núcleo de la Punta. Los alcorques de los árboles son selvas y las aceras están reventadas literalmente por los árboles, cuando no por las señales de la EMT o los postes de la luz.

Canción triste de la Punta

Óscar Giménez, que se acaba de mudar, afirma estar muy contento de vivir en la pedanía. Pero reconoce que cuando le visitan amigos y familiares le transmiten que esta zona rodeada de huerta es «chulísima» pero «está bastante dejada». A la falta de servicios y de mantenimiento, este joven añade otra queja: la proliferación de vertederos ilegales en varios accesos a la Punta «llenos de sofás, colchones y escombros», además de las aceras «desastrosas y llenas de escalones». La posible reconversión de la antigua fábrica lechera en una residencia de mayores es la única noticia positiva que se ha oído por aquí en los últimos años. Pero nadie confía en ver este proyecto hecho realidad.