El Ayuntamiento de València ha licitado las obras para reformar la avenida Pérez Galdós y su continuadora César Giorgeta para dar mayor protagonismo a los peatones.

Podremos deambular mejor los viandantes al aumentar hasta cuatro metros el ancho de las aceras, pero estará más compactada la circulación de vehículos con la supresión de un carril por sentido, según el proyecto municipal, en avenidas con 62.000 y 73.000, respectivamente, circulaciones diarias de vehículos motorizados. Son los tramos más transitados de la tercera circunvalación, resultado de la transformación del antiguo camino de tránsitos con ancho uniforme de 30 metros.

Por ello, opino que si el ensanchamiento de las aceras lo hicieran hasta tres metros y medio quedarían cuatro carriles en cada sentido por calzada, igual que en la Gran Vía Marqués del Turia. Únicamente se perdería un carril en una calzada o en ambas si también construyeran carriles para las bicicletas, pero podrían evitarlo ubicándolos en calles paralelas al este de ambas avenidas.

Es la obra urgente licitada, quedando para la siguiente reforma la desaparición del túnel que agiliza el tránsito evitando los cruces a nivel de: la calle Ángel Guimerá, cuyas 29.000 circulaciones diarias se reparten, tras el cruce, hacia la A-3 y la autovía de Torrent; y el de la avenida del Cid, con su prolongación en la calle San José de Calasanz como entrada de la citada A-3 y con 24.000 de intensidad media diaria.

Túnel de dos carriles, inaugurado en 1973 para un sentido de la circulación y posteriormente adaptado para los dos, que es muy útil, pero menos que los de dobles calzadas que hay entre las avenidas General Avilés, Doctor Peset Aleixandre y Primado Reig, denominaciones de tramos de la citada tercera circunvalación.

Supongo que en urbanismo y circulación tendrán en cuenta la diferencia entre València y Barcelona, cuya trama urbana es una gran cuadrícula constituida por largas y amplias calles que se cruzan perpendicularmente y dos avenidas transversales: la Diagonal, de 100 metros de amplitud, en sentido suroeste-noreste, y La Meridiana del sureste al noroeste, mientras que aquí el viario urbano es el resultado de planes por fases o capas, donde cuatro circunvalaciones y las calles que orillan el viejo cauce del Turia son las principales encauzadoras de la circulación de vehículos, de tal manera que los obstáculos en una repercuten en sobrecarga y embotellamientos en la más cercana.

Por ello, dejen tranquilo el túnel de Pérez Galdós, pero pueden hacer algo que debieron ejecutar cuando lo construyeron: cubrir los más de 800 metros cuadrados que suman los dos vanos intermedios, para disminuir molestos ruidos a los vecinos y posibilitar la continuidad, sin desvíos, de la circulación rodada.

Estoy de acuerdo en el fomento de la movilidad no contaminante, pero teniendo en cuenta que el tránsito lento y los embotellamientos aumentan la contaminación y el tiempo de desplazamiento en transportes públicos de viajeros, y repercuten negativamente en el rendimiento de los servicios con vehículos comerciales.

Las barreras a los vehículos privados, para frenar su utilización, deben estar justificadas con buenos y coordinados servicios de transportes, incluidos Cercanías Renfe, menores transbordos posibles, y considerando como un conjunto València y su área metropolitana. Y desafortunadamente no es realidad lo que debiera serlo.

Por ello, es muy estimable la labor de la Generalitat al fomentar servicios exprés con autobuses para complementar los ferroviarios de cercanías, que en vez de captar viajeros potenciales han perdido un porcentaje de los que tenían por deficiencias, y evitar utilización de vehículos privados.