Han tardado las autoridades en percatarse de lo que es una verdadera epidemia, el tropel de accidentes provocados por los irrespetuosos conductores descontrolados de bicicletas y patinetes, y parece que van a tomar medidas, dicen, aunque más bien creo que su reacción se debe más a que ya estaban rozando la línea roja, o más bien incurriendo en posibles delitos de prevaricación (406 del Código Penal, por ejemplo) al no prevenir o perseguir, o hacer la vista gorda, de las numerosas infracciones de circulación cometidas por bicicleteros y patineteros, que ponen en evidente riesgo y peligro a los viandantes.

Quienes transitan a diario a pie por las calles de la ciudad tienen que sortear los embates de la plaga de bicicletas que circulan por donde les da la gana sin respetar ninguna norma de circulación causando numerosas molestias y hasta graves heridas a los peatones. Hasta hace poco sólo se tenían que preocupar de coches y motos en la calzada, mientras que ahora han de estar vigilantes y prevenidos por la multitud de bicicletas y patinetes que deambulan por las aceras, en contra dirección y sin frenar a la vuelta de cada esquina. ¿Quién andando por la la acera de alguna calle a diario no tiene que soportar de continuo la tiranía de las bicicletas o de los patinetes?

Son vehículos y como tales no pueden circular por las aceras ni por las calles peatonales, pueden hacerlo si se bajan de sus máquinas y van a pie, a paso humano, por los tramos reservados para peatones. Para ello tienen kilómetros y kilómetros de carriles bicis o la calzada de la calle. Y como conductores de vehículos deben conocer y respetar las señales de tráfico, las normas de circulación y seguridad vial.

En lo que respecta a la ciudad de Valencia, hasta hace pocas horas no se veía nunca a la Policía Local parar a un ciclista o patinetero infractor para amonestarle simplemente o sancionarles. La impresión que ello causaba es que ello podía deberse a que tenían instrucciones de no actuar, de dejarles campar por sus anchas, para que no se produjera, en palabras de Grezzi, una regresión en el uso de la bicicleta o el patinete por parte de los usuarios, que traducido a la política del napolitano sería una regresión del transporte sostenible.

Insensato pensamiento, porque siendo bueno que las ciudades sean más sostenibles o estén menos contaminadas, utilizándose medios de transporte sostenibles o ecológicos, la política de omisión del deber de policía en cuanto a normas y ordenanzas, especialmente en lo relativo al bienestar, seguridad y salud de los ciudadanos de a pie, prima.

A cualquier equipo Samu, urgencias de los hospitales, centro de especialidades, centro de salud, médico –traumatólogos cómo no- que pregunten les dirán cómo han aumentado los accidentes y heridos causados por estos vehículos tan sostenibles. Más que la regresión del uso del patinete y la bicicleta, Grezzi y todo el equipo de gobierno municipal, deberían conocer y tener en sus manos las estadísticas –que seguro posee y guarda en un cajón la Policía Local- de este tipo de accidentes y las numerosas infracciones graves que cometen sus conductores, que hasta ahora no han tenido respuesta por parte de la autoridad, de ahí el posible delito de omisión o dejación prevaricadora en sus funciones y obligaciones.

Bicicletas y patinetes, bien, pero reglado todo. Matrícula, seguro, luces, casco, respeto de las normas de circulación, sanciones, y, sobre todo, respeto a los peatones. Yo soy una de las cientos de víctimas que han caído ya bajo el prepotente y desdeñoso circular de ciclistas y hablo con causa. Andando por una acera, en una calle si tráfico, una bicicleta a toda velocidad, circulando la máquina por una calle peatonal, al doblar una esquina, me enganchó y lanzó contra una farola, resultado una vértebra rota, inmovilización y secuelas. El atropellante, que pretendió huir, no llevaba encima ni carnet de identidad. Dudo que al bicicletero siquiera le multaran por ir por la acera o por no llevar el Dni, que es lo mínimo que correspondía.

 El juicio, que lo habrá claro, a pesar de la resistencia de la Policía Local -un agente oficinista cuando insistí en que me dieran el atestado para ejercer acciones judiciales hasta me llegó a decir que los accidentes de tráfico no son ya delito, quién sabe si a manera de persuasión- ya veremos cuándo se produce y qué decide al respecto. Y no hablo por mí. Si quieren hacer la prueba, pásense por la puerta del edificio de maternidad del Hospital Clínico. De continuo por la propia acera de la puerta, entre la puerta y la boca del metro, entrando y saliendo siempre enfermos y familiares, cruzan bicicletas que no se sujetan a su carril, a pesar de que hay dos ampulosos carriles bici en Blasco Ibáñez. Una de ellas, me cuentan, atropelló a un enfermero saliendo del hospital y acabó en la UCI con conmoción cerebral. Ayer mismo vi un ciclista cruzando y sorteando todo divertido las fuentes en funcionamiento del Parque Central.

Fiscalía de seguridad vial

Por fortuna, en la judicatura hay gente más sensata que en las bancas de los políticos y de la propia policía y han advertido también la insolencia con que algunas bicicletas y patinetes circulan por las calles atropellando gente. El Fiscal de Seguridad Vial, Bartolomé Vargas Cabrera, acaba de recordar que   bicicletas y patinetes no pueden circular por las aceras en ningún caso y que de hacerlo y atropellar a un peatón pueden llegar a incurrir en un delito de imprudencia grave si provocan alguna lesión o muerte, castigado con penas de cárcel”. Y que ya “hay sentencias penales por imprudencia grave en accidentes de este tipo”. No se queda ahí el Fiscal que llama la atención de los Ayuntamientos para que eduquen a conductores y señalicen debidamente las calles, haciendo cumplir la normativa, “para garantizar la convivencia y los derechos de todos los vecinos en las ciudades”.

Con la de tonterías que hace Grezzi, bien podría idear campañas publicitarias de educación vial para conductores de bicis y patinetes, y sentar la mano a la cantidad de prepotentes maquineros que tienen amedrentados a los peatones de esta ciudad, cuya salud y seguridad ponen en riesgo a diario por no observar las más elementales normales de circulación. Eso por no hablar de la nueva moda de robar bolsos y joyas a señoras por el método del tirón que se practica sobre bicicletas que van silenciosamente por las aceras. O lo que es lo mismo, debería preocuparle a Grezzi la regresión del bienestar, la salud y la integridad de los ciudadanos de a pie, más que el aumentar las cifras de sus contadores de bicicletas y patinetes. Hay que comenzar por el catón, enseñar a respetar y circular por la calzada o el carril bici, no por las aceras. Y que la policía siente mano dura a los infractores.