Los servicios de jardinería del Ayuntamiento de València han puesto en marcha una «experiencia pionera en València, y tal vez la única en España», para proteger los ficus monumentales, que incluye un tratamiento de las raíces aéreas para introducirlas en la tierra y servir como sustento y soporte al propio árbol, generalmente de grandes proporciones. Según explicó el vicealcalde de València y concejal de Ecología Urbana, Sergi Campillo, por lo pronto se ha conseguido «con éxito» la monitorización de una de las raíces de un ficus de la Glorieta «y después de 6 años se ha conseguido que se adentre en la tierra, lo que dará más estabilidad a este ejemplar». La técnica ahora se desarrollará con otros árboles similares. En la capital hay 24 ejemplares de higueras australianas, como se llama también a los ficus, y se está actuando en 15 de ellas, utilizando incluso un equipo de escaladores para tratar los árboles desde el tronco hasta la copa.

Una «muleta» para los ficus monumentales de València |

Los ficus monumentales viven a su medio natural sobre otra planta y enrollan las raíces a su alrededor para desarrollarse. Esto implica que las raíces crecen hacia bajo y, una vez tocan el suelo, aceleran su avance. Con el tiempo, las raíces se unen para formar un tronco que, finalmente, estrangula y seca el huésped para pasar a ser un árbol independiente. Ahora bien, estas raíces aéreas continúan desplegándose para soportar el peso de las ramas y aumentar la absorción del agua y las sales minerales de todo el ejemplar.

Primera prueba

Los trabajos municipales buscaban facilitar el crecimiento de las raíces aéreas para llegar en buenas condiciones hasta el suelo, donde, al arraigar, se fijaron adecuadamente para proporcionar más estabilidad para el ejemplar. Con esa idea, en febrero de 2016, en uno de los ficus de la Glorieta, se eligieron dos raíces aéreas que estaban creciendo próximas a unos 2,40 metros de altura sobre el suelo, y se trenzaron en una sola. En el trenzado se dispuso una primera capa de fibra de coco con un poco de compuesto, para mantener sujeta y húmeda la estructura; una segunda capa de carrizo para darle rigidez y, finalmente, una última capa de fibra de coco, para proteger las anteriores y a la vez oscurecer más el interior, puesto que las raíces necesitan oscuridad para crecer. Toda esta estructura se cerró mediante una cuerda vegetal y se prolongó hasta llegar al suelo. Desde ese momento, la estructura ha sido regada y revisada con regularidad. En marzo de 2017, se decidió abrirla y se observó que las raíces habían llegado hasta el nivel del suelo, es decir, en doce meses habían crecido más de 2,40 metros, a un ritmo de más de 20 centímetros por mes.

«Después de 6 años la raíz está a punto para hacer su camino a solas. Hoy lo hemos abierto para ver la evolución, pero se mantendrá tutorizado hasta la primavera para evitar los meses de más frío», explicó Campillo.

Visto el hecho positivo de los resultados de esta experiencia pionera, se instaló una segunda estructura en otra higuera australiana monumental de la ciudad, esta vez al Jardí de les Camèlies, en Aiora, para repetir los mismos pasos. Es más, Sergi Campillo anunció que se aplicará «este método pionero» sobre otros ficus monumentales de la ciudad.