«Hemos salvado el tipo. Para el poco tiempo que había...». Los comentarios entre bambalinas de los que están a pie de obra, con folios, timings y pinganillos, dirigiendo el cotarro, es el mejor indicador del estado de ánimo. Porque cuando las cosas vienen mal dadas, se nota en las caras. Pero la sensación durante y después de la Cabalgata de Reyes era que se había conseguido salir del paso y que los asistentes, sean cinco mil, sean más o sean menos, no se aburrieron y contemplaron la llegada de Melchor, Gaspar y Baltasar, eso sí, en mejores condiciones que cualquier otro año, que lo normal es estar apretado y de pie en cualquier recodo de las calles.

Peculiar Cabalgata de los Reyes Magos de Oriente en la Plaza de Toros de València

Peculiar Cabalgata de los Reyes Magos de Oriente en la Plaza de Toros de València LMV

¿Es la mejor Cabalgata que podía organizarse? Seguro que no, pero todas las alternativas tienen, tenían, sus problemas y muy grandes. Se notó que el ayuntamiento prefirió quedarse corto, timorato, que salir escaldado. Vista las imágenes de otras ciudades, haber hecho una macrocabalgata, ampliando el recorrido -que parece fácil pero no lo es- tan sólo habría invitado a la multiplicación de asistentes y a imágenes de multitudes. Pretender controlar el aforo en la calle es ilusorio.

Reyes Magos con vuelta al ruedo | FOTOS DE MIGUEL A. MONTESINOS

Entre optar por esa locura, la inoportunidad de los autobuses del año pasado y la decepción de una cancelación absoluta, esta particular cuarta vía permitió, por lo menos, recuperar las sensaciones, devolver imágenes e ilusiones. Sea en directo o a través de «streaming».

Reyes Magos con vuelta al ruedo | M.A. MONTESINOS

Primero había que salvar las cuestiones de orden. Como el acceso al coso de la calle Xàtiva. Éste fue bastante ordenado porque, no hay que engañarse, el aforo era muy limitadito. Se montaron las colas antes de entrar, pero el acceso, entrada y certificado covid en la mano, fue bastante rápido. Incluso una vez empezado el espectáculo se permitió el acceso a las personas que brujuleaban por la zona. Sin entrada, pero sí mostrando el certificado de vacunación. Había sitio incluso pese a que las nayas no se habían habilitado.

En la Plaza de Toros tan sólo falló el sonido, que no fue suficientemente nítido y en muchas partes de la gradería se hacía poco entendible. Pero aparte de eso la reestructuración del acto se salvó más que correctamente. No es lo mismo un acto lineal, con un punto de salida y uno de llegada que un recorrido circular. Una vuelta al ruedo en toda regla, entrando y saliendo por la puerta de cuadrillas. Las comparsas iban entrando y saliendo, entrando y saliendo. Se las veía acudir apresuradamente desde el Luis Vives.

Hubo momentos verdaderamente brillantes, como la serpiente que voló literalmente por la gradería e interesantes alegorías al Mediterráneo. Y los personajes preferidos por malos o muy malos, encabezados por Herodes y por el Senyor Carbó. Se estrenó Perseida y la alegoría a la astronomía y en esta ocasión fue María la que sostenía al niños Jesús durante su aparición en la plaza. Permutando los papeles con San José, que en ediciones anteriores había corrido con el peso del rorro. Y como remate, Sus Majestades. Se evitó cualquier tumulto a la entrada. Para cuando empezaba el espectáculo previo, los tres aguardaban pacientemente, descansando, en los camerinos de la plaza.

Banda sonora propia

La Cabalgata de València ha consolidado determinadas señas de identidad. Cuando llegaron los Reyes, lo hicieron a los sones de su particular banda sonora. El «Ja estan ací», interpretado por Pop’s Corn en el previo y en la megafonía a la llegada de todos ellos. Como los abanderados y los acróbatas, que siempre ponen la nota de temor porque es cierto que se juegan el tipo. Y en esta ocasión, los monarcas llegaron en coches descapotables. Y con mascarillas, que tan sólo se quitarían para leer los discursos a los niños. Una vez quemada la novedad, fueron bastantes los que se marcharon rápidamente. A cenar y a dormir.

El Libro Mágico se cerró y con él, la sensación de que si los Reyes Magos vuelven al imaginario, hay motivos para la esperanza. Aunque queda mucho hasta volver a las sensaciones de hace tan sólo dos años. Y eso no se soluciona sólo con una cabalgata. Ojalá fuera el inicio.