La reforma de la Casa del Relojero y la construcción del edificio anexo está modificando sustancialmente la postal del Micalet, uno de los referentes patrimoniales de la ciudad. Después de décadas de abandono y degradación, este pequeño edificio situado entre la Plaza de la Reina y la Plaza de la Virgen empieza a salir del ostracismo para convertirse en una nueva dotación pública y acabar con uno de los puntos negros del casco histórico de Valencia.

Este proyecto ha sido, de hecho, uno de los hitos de la política patrimonial de la Concejalía de Desarrollo Urbano del Ayuntamiento de València junto con la Aceitera de Marxalenes, la Harinera de Juan Verdeguer o los tinglados del puerto.

«Las obras para recuperar la Casa del Relojero y levantar un edificio abierto para uso público en la parcela anexa en el inicio de la calle Micalet, en pleno centro de la ciudad, arrancaron el pasado mes de junio. La expropiación de parte de la parcela, la redacción del proyecto, la dirección del mismo y la obra en sí suponen una inversión de 851.000 euros», recordó esta misma semana la vicealcaldesa y concejala de Desarrollo Urbano, Sandra Gómez.

La casa del Relojero es citada en el libro Els murs del Valls, del siglo XVII. Su tipología responde a una vivienda plurifamiliar de uso burgués. Y se llama así porque en su día albergó a los técnicos que cuidaban de un reloj anexionado a la Torre del Micalet, un reloj que ya no existe. «Una vez culminadas las obras y dada su ubicación en el corazón cívico y religioso de València, está previsto que la nueva dotación sea un nuevo espacio de uso público», dijo la vicealcaldesa. De momento, la postal del Micalet y su entorno empieza a ser otra.