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València "siembra" de sonómetros las zonas más conflictivas de botellón

Está en trámites toda una red para Russafa

Medidor de ruido colocado tiempo atrás en el barrio de Russafa. | E. RIPOLL

El Ayuntamiento de València ha «sembrado» de sonómetros los principales focos de ruido y ocio nocturno de la ciudad, aquellos en los que más molestias han denunciado los vecinos. En total, el Servicio de Playas, Calidad Acústica y del Aire dispone de 38 de estos aparatos y 22 de ellos han sido colocados apenas unas semanas atrás en espacios como la Plaza del Cedro, Plaza de Honduras, Benimaclet, zona de Aragón y Cánovas. El objetivo es controlar los niveles de ruido en las Zonas Acústicamente Saturadas (ZAS), verificar las quejas de los vecinos y elaborar estrategias contra este problema urbano, muy agudizado durante la pandemia.

Según datos facilitados por el equipo de gobierno municipal al concejal de Ciudadanos Narciso Estellés, los 38 sonómetros del servicio de Calidad Acústica son de la propia concejalía e independientes de los dos que tiene la Policía Local de València. Y su función es «seguir los niveles sonoros de las Zonas Acústicamente Saturadas (ZAS), resolución de expedientes en atención a quejas de ciudadanos, vigilancia de niveles sonoros ambientales, campañas de medición para validación del Mapa del Ruido Estratégico y estudios específicos».

Las nuevas incorporaciones se han realizado debido a la creciente protesta de algunos barrios de la ciudad con motivo del botellón y el ocio nocturno, un problema que se disparó en los meses posteriores a la pandemia y el inicio del curso.

De hecho, los últimos 22 sonómetros se han colocado en zonas especialmente conflictivas en este sentido. Tres han sido instalados en la Plaza del Cedro y dos en la cercana calle Campoamor. En la Plaza de Honduras se han instalado cuatro y otros tantos en el barrio de Benimaclet: dos en la fachada del Centro de Servicios Sociales de la calle Sant Espirit, un tercero en la fuente de la plaza principal y el cuarto en la calle La Murta.

Finalmente, se han colocado seis sonómetros a lo largo de la calle Polo y Peyrolón, en la zona de Aragón, y dos en la zona de Cánovas: uno en Conde Altea y otro en Almirante Cadarso.

Estos 22 sensores ya están instalados y en funcionamiento, asegura el Servicio de Calidad Acústica en su respuesta al edil de Ciudadanos, aunque «las pantallas informativas aún no han sido encendidas por estar pendientes de cuestiones técnicas».

Interpelado también por Narciso Estellés, el servicio explica en su respuesta que este mismo año y con cargo a los presupuestos municipales de 2022 se incorporarán dos sonómetros más para la ZAS de Ciutat Vella y se están haciendo los trabajos previos para colocar toda una red de medidores acústicos en el barrio de Russafa, donde una orden judicial, a instancias del colectivo Russafa Descansa, ha obligado a hacer mediciones previas a la declaración de Zona Acústicamente Saturada. Según se explica en la respuesta municipal, estos sonómetros aún no han sido instalados «por estar pendiente de recepción la instrumentación de precisión».

Por último, se deja constancia de que este despliegue de medidores acústicos se hace a iniciativa propia y a petición de los vecinos, con los que se habrían mantenido varias conversaciones en los últimos meses. En concreto, existían peticiones de los vecinos de Ciutat Vella y también de Benimaclet y la Plaza de Honduras, donde los problemas de botellón han sido muy graves en los últimos meses. En general, puede decirse que el ruido generado por el ocio nocturno ha sido uno de los grandes quebraderos de cabeza de las autoridades municipales en el último año.

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