«Felicitat, Pau i Cultura. Fins a l’any que ve». Así se despidieron las Magas tras una cabalgata que volvió a salir a la calle, pero que, no cabe duda, necesitará del formato tradicional para recuperar el brío que le daba celebrarse en jornada dominical por las calles del centro. Porque la de ayer se convirtió en un espectáculo «de carrer» para una exigüa cantidad de espectadores. Unos pocos cientos de asistentes en lugar de la respetable afluencia, entre incondicionales y curiosos, que tuvo el último año que se celebró con formato por las calles de la ciudad.

El concepto «estático» dejó imágenes de multitud de sillas sin utilizar ante la falta de visibilidad. jm lópez

Lo mejor que tuvo la Festa de la Infantesa (en la que, por cierto, no se exhibe ni una bandera republicana) es el segundo de los sustantivos. Pau. Porque se pudo celebrar en paz. Las dos unidades de la Policía Nacional pasaron la jornada de brazos cruzados porque la ultraderecha no vino esta vez a reventar la performance de la Societat El Micalet y allegados. Que, al fin y al cabo, están en su derecho de salir a la calle. Incluso que el alcalde las reciba, si ese es su deseo. A quien no le guste la cabalgata, sus batucadas, sus gegants, sus muixerangues, sus bicicletas, sus mensajes de libertad, igualdad y fraternidad y hasta su punto de cutrez no tenía más que elegir entre la variada oferta festiva de la ciudad.

La celebración de la cabalgata como espectáculo estático sirvió para llegar a otra conclusión: la suerte que tuvieron los incondicionales de los Reyes Magos de que se trasladara a la Plaza de Toros. Los árboles tapan la visibilidad e incluso el centro de la plaza municipal «pica» hacia abajo, con lo que docenas y docenas de sillas se quedaron vacías y llevaron a los asistentes a acercarse de pie lo más que pudieron. Apretados y sin separación. Tan apretados y sin separación como en la fiesta de los animales en Sant Antoni, dos kilómetros más al norte.

Tras media hora de batucada como aperitivo, las magas llegaron esta vez en seguida, saludaron, posaron y fueron recibidas, bastón en mano, por el alcalde -bastón ortopédico, no de mando, pues sigue arrastrando problemas en la pierna- y siguieron la entrada de comparsas desde el balcón.

Sin respaldo de concejales

No es que la oposición dé la espalda a la cabalgata (ayer, tanto María José Catalá como Fernando Giner la criticaron abiertamente: «Insulto a las tradiciones» y «parodia», respectivamente). Eso está en el guión. Es que el equipo de gobierno también está en otros menesteres. Ayer había muchos más concejales de Compromís y PSPV en la bendición de Sant Antoni que con las magas tricolores.

Y las Magas hablaron. Mensajes que podría firmar cualquiera. «La verdadera Libertad nos concilia con las personas que se aman, del mismo o diferente sexo, las que nos da derechos a todas las mujeres. Mi deseo es que todas las personas, más mayores o mas jóvenes tengan la libertad de decidir que son, como son y a quien quieren amar».

«Fraternidad nos hace compartir el mismo espacio, cada uno de una casa diferente. Reivindicamos lo que somos sin juicios ni perjuicios. La fraternidad es para hacernos más fuertes y hacer una sociedad mejor y más respetuosa. Todos tenemos derecho a vivir sin menosprecio. Como maga Fraternidad, os transmito la necesidad de vivir con este valor y os convido a practicarlo».

Y la maga Igualdad, la concejala Lucía Beamud, recreó el sueño de «un mundo donde todas las niñas y niños eran iguales, no importaba el color de la piel ni a quien querían, donde daba igual ser chico o chica podías ser mecánica o bailarín, cocinero o arquitecto. Solo cabía desearlo porque reinaba la empatía. Todos eran iguales. Niños y niñas, no dejéis nunca de soñar».