La ciudad de València tiene un censo aproximado de 24.758 palomas, una cifra ligeramente inferior a la del año pasado (apenas sesenta ejemplares menos, dentro de una población que, lógicamente, fluctúa cada día) y que mantiene, según datos del consistorio, la bajada registrada los dos años anteriores, en el que se llevó a cabo una campaña de reducción de esta población de fauna urbana.

El control de las palomas se ha llevado a cabo, según la concejala Gloria Tello, mediante «métodos técnicos» que no suponen la captura y sacrificio de las aves -o su empleo para el tiro de palomas a brazo-. El más importante de ellos es la administración de pienso esterilizante, que garantiza la vida de los ejemplares pero no su reproducción, puesto que los huevos no son viables. Otra de las estrategias es la de instalación de palomares ecológicos que, al estar controlados, permite la sustitución de huevos por otros falsos». Esta campaña de control de natalidad requiere de la colaboración ciudadana, en la medida de que se solicita «a los propietarios de instalaciones o edificios abandonados o deshabitados para que realicen los cierres de los mismos de forma correcta para evitar el acceso y el refugio de palomas y evitar así el posterior anidamiento de estos animales».