El barrio chino de València, ese pequeño espacio de Velluters en el que se ejerce la prostitución desde hace un siglo, sigue avanzando hacia su desaparición. La Policía Local de València ha cerrado el último bar que quedaba en la zona, concretamente en la calle Viana, número 7. Se acaba así con el único sitio que quedaba para negociar sexo fuera de las calles, acción prohibida por la Ordenanza de Prostitución, y se dificulta una actividad que ya ha sido golpeada meses atrás con la clausura de pisos directamente vinculados con este negocio.

Solar de la calle Viana donde se van a construir seis viviendas. | LEVANTE-EMV

Según fuentes de la Primera Unidad de Distrito de la Policía Local de València, en el año 2005, cuando se tomó la decisión de acabar con este foco de degradación y tráfico de drogas a escasos metros del centro histórico y foco de conflicto con los vecinos, había 12 locales abiertos en Velluters. Desde entonces, el trabajo constante ha ido reduciendo la presencia de locales y también la presencia de pisos, gracias al trabajo policial y a la colaboración de los vecinos, que están siendo claves a la hora de controlar y demostrar ciertas actividades.

Y ahora se ha asestado un golpe que puede ser definitivo con el cierre del bar «Liberty», situado en la calle Viana, muy cerca de otro, conocido como «el del chino», que fue cerrado recientemente también. Con la clausura de este establecimiento, que se materializó el pasado 19 de febrero, se acaba con el último lugar en el que las mujeres prostituidas y los demandantes de sexo podían tener contacto sin ser sancionados por la policía en aplicación de la Ordenanza Municipal de la Prostitución, que prohíbe ofrecer y demandar sexo en la vía pública. «Ahora van a tener más difícil los contactos. Eso no quiere decir que hemos acabado con esto, porque es muy difícil comprobar de qué hablan dos personas, pero lo estamos complicando cada vez más, se bajará la frecuencia, se cortarán más, y eso es importante para acabar con esa actividad», dijeron las fuentes.

Por lo que se refiere a los pisos, en la actualidad solo quedan dos en los que se practica la prostitución y ya se les ha impuesto la segunda multa coercitiva de seiscientos euros. La Policía Local ha encontrado una fórmula para cerrar estas viviendas teniendo en cuenta que la prostitución no está prohibida. En concreto, han conseguido demostrar que en esas viviendas se ejercía una actividad para la que no tenían licencia. Los últimos pisos en cerrar fueron los de la calle Viana, 11.

Optimismo

«A día de hoy podemos decir que València no tiene barrio chino», ha asegurado el concejal de Protección Ciudadana, Aarón Cano, después de las últimas actuaciones. Ahora faltaría trabajar conjuntamente con los servicios sociales para buscar una salida a las mujeres que quedan allí y «colonizar» el barrio con la regeneración urbana y la llegada de nuevos vecinos, algo que ya ha empezado a producirse, pues uno de los edificios más señeros está en venta y en uno de los solares se anuncia la construcción de seis nuevas viviendas.