La renuncia a la prolongación del paseo de la Alameda a través del futuro sector del Grao anunciada este martes por la Concejala de Desarrollo Urbano y vicealcaldesa, Sandra Gómez, es la puntilla definitiva a la eterna aspiración de la ciudad de mirar al mar, al menos, según se había planteado hasta ahora y se había recogido en el plan general de ordenación urbana. 

Una de las primeras decisiones tomadas de Compromís y PSPV a su llegada al Ayuntamiento de València fue derogar el plan de la prolongación de Blasco Ibáñez, la apuesta del anterior gobierno del PP para conectar la ciudad con el frente marítimo. Se evitó así la destrucción del conjunto histórico protegido del Cabanyal, donde la regeneración prometida avanza a ritmo más lento del esperado y donde el encuentro con el mar se hará ahora, según el nuevo plan urbanístico, a través de vías verdes y recorridos peatonales. 

Las políticas de renaturalizaciones del gobierno de Joan Ribó también alcanzan a la avenida del Puerto, una autopista urbana de cinco carriles de tráfico que el anterior gobierno del PP convirtió con ocasión de la Copa del América en una arteria de un único sentido en dirección a la Marina de València. La idea de facilitar la llegada del tráfico rodado al frente marítimo ya no encaja en los parámetros de una ciudad sostenible que aspira a ser «neutra» en emisiones en 2030. La idea de la actual concejala de Desarrollo Urbano, la socialista Sandra Gómez, es renaturalizar la avenida del Puerto eliminando carriles para tráfico rodado y generando más espacios para el peatón y las bicicletas. No se descarta que una nueva línea del tranvía circule por esta avenida.

Tampoco la avenida de Tarongers, otra de las grandes conexiones de la ciudad con el paseo marítimo, donde se llegó a diseñar el pórtico de entrada de la nueva avenida, se ha llegado a culminar y en la actualidad muere en las instalaciones del hospital de la Malva-rosa. 

Con la reformulación del PAI del Grao por parte de Aumsa para renaturalizar al máximo este nuevo barrio se pierde también la conexión de la Alameda y la avenida de Francia con el mar. Decisión que algunos urbanistas califican de «disparate». La necesidad de conectar la Alameda y la avenida de Francia, que ahora mueren en las vías del ferrocarril, con el mar fue precisamente uno de los argumentos que dio pie al convenio de la Fórmula 1 suscrito en 2007 por Rita Barberá y Francisco Camps de 2007. En la reformulación del diseño del Grao presentada por Gómez y basada en la propuesta de José María Tomás, se borra la prolongación de la Alameda hasta el mar. La conexión con la fachada marítima se hará a través de una pasarela ajardinada que salvará mediante la construcción de un cajón ferroviario las vías del tren, en espera de que se construya la prolongación del túnel ferroviario, una reivindicación que ahora podría perder argumentos si las prolongaciones de la Alameda y la avenida de Francia decaen. La movilidad entre los barrios del entorno de la Alameda y la avenida de Francia con el nuevo barrio del Grao será preferiblemente peatonal y ciclista. El tráfico y el transporte público se canalizarán por la avenida de Francia, que entrará en el sector del Grao hasta enlazar con el vial que cruzará de norte a sur el Grao, conectando Natzaret, a la altura de la calle Jarafuel, con J.J. Dómine.