El vicerrector de Infraestructuras de la Universitat de València, Justo Herrera, dio ayer nuevos detalles del concurso de ideas convocado por la institución académica para renaturalizar y mejorar la integración paisajística del campus de Tarongers.

La previsión es tener el proyecto ganador en septiembre y comenzar a lo largo de 2023 las intervenciones para convertir el campus de obra dura de finales de los años 80, reconocible por sus grandes aularios de ladrillo rojo «caravista», en un espacio más verde y permeable aunque sin renunciar al vallado antibotellón instalado hace dos años a lo largo de 2023, según lo avanzado por el responsable de la UV. La institución invertirá 1,4 millones de euros en la mejora ambiental de las instalaciones.

Tarongers será un campus más verde pero anti-botellón

Justo Herrera informó junto con el vicealcalde y concejal de Ecología Urbana, Sergi Campillo, de los objetivos de la convocatoria y manifestaron la voluntad de ambas instituciones de colaborar en lo que calificaron como «un proyecto de ciudad».

Tarongers será un campus más verde pero anti-botellón

El campus de Tarongers ocupa un superficie considerable, en su día ganada a la huerta, con un total de 97.500 metros cuadrados, de los que este concurso pretende transformar 52.900, ocupados en la actualidad por explanadas y espacios abiertos que la Universitat quiere reconectar con una intervención de mejora paisajística, tal como avanzó Levante-EMV. Campilló ha valorado el proyecto de la Universitat por que contribuye a la «humanización de Tarongers», un equipamiento que es «hijo de una época constructiva» distinta a la actual. «Era un campus muy demandado y tuvo que acelerarse su construcción», apuntó el vicealcalde. El plazo para la presentación de solicitudes del concurso concluye el próximo 10 de mayo y a partir de ahí se abre un periodo de dos meses para presentar las propuestas. Un jurado cualificado seleccionará las cinco mejores propuestas para que la comunidad universitaria (profesores y investigadores, personal de administración y estudiantes) voten la mejor.

De esta consulta pública saldrá el proyecto ganador. A partir de ahí, se iniciará el proceso administrativo. La previsión es que en 2022 esté redactado el proyecto, que se adjudicará y ejecutará a lo largo de 2023.

En la intervención se mantendrá el vallado «antibotellón». La» perimetración» del campus es de hecho una de las premisas del concurso, aunque se garantizará como se viene haciendo hasta ahora la permeabilidad del recinto la mayor parte del día. Campillo, por su parte, matizó que el botellón es actualmente «minoritario» en esta zona.

Así era el botellón en Tarongers

Así era el botellón en Tarongers

«Vamos a ver una gran transformación» avanzó Justo Herrera. La actuación se centra sobre todo en la parte oeste del campus, anexa al conjunto más conocido de los edificios de ladrillo rojo. «Se trata de mejorar la integración de ambos espacios» y su conexión con «El jardín de la carrasca».

El diseño que se presente «debe tener en cuenta los usos actuales, ver dónde están situadas las cafeterías y terrazas, tener en cuenta los nuevos crecimientos y aularios que se puedan producir e incluso la red de galerías subterráneas de servicios existente en el recinto, una parte poco conocida del campus porque está enterrada.

En relación a las pastillas de suelo por urbanizar del campus, Justo Herrera ha destacado que es »un recurso y de momento no hay proyectos a la vista sobre esos espacios«. Si los hay en cambio para el ámbito ya urbanizado y consolidado. »Hay intervenciones previstas de nuevas edificaciones«, entre ellas en la zona de la calle Serpis junto a los institutos de investigación, ha anunciado el vicerrector.