La combinación del análisis fotográfico y cartográfico recogido en tres documentos ha permitido al profesor Josep-Vicent Boira reconstruir el paisaje de la fachada portuaria de la ciudad de mediados del siglo XIX, identificando edificios históricos ya desaparecidos, como el Baluarte del Grao, y facilitando una descripción detallada de cómo era la zona antes de que la construcción de los tinglados modernistas y el recrecimiento de los muelles diera al puerto la imagen que hoy presenta.

El nacimiento de la fachada portuaria m.martínez. valència

El trabajo de Boira, comisionado del Gobierno para el Corredor Mediterráneo y catedrático de Geografía, está recogido en un artículo de un libro dedicado a Vicenç M. Roselló, maestro de geógrafos, por su 90º aniversario, obra impulsada por los profesores Joan F. Mateu y Antoni Furió.

El nacimiento de la fachada portuaria m.martínez. valència

Las fuentes más importantes en las que se basa Boira para la reconstrucción de la fachada portuaria son el plano del puerto elaborado por Pedro Villarroya en 1867 y dos fotografías: la primera, de 1858, obra de Antonio Martínez Sánchez, y la segunda, de 1870, atribuida a Jean Laurent o alguien de su entorno profesional.

La confrontación de los tres documentos desvela el aspecto de edificios desaparecidos, como el Baluarte del Grao, construido en el siglo XVI, o el almacén del Consolat, del siglo XVIII, piezas importantes de una fachada portuaria que poco tenía que ver con la actual.

El artículo recuerda que desde el siglo XVII se sucedieron varios diseños para el puerto nunca desarrollados hasta que la Junta de Comerç de València encargó a Manuel Miralles un nuevo proyecto, aprobado en 1792 y comenzado ese mismo año por los trabajos de ejecución de la dársena. Diversas circunstancias demoraron las obras hasta paralizarlas en 1805 y abandonarlas con motivo de la guerra contra Napoleón, recuperándose en 1821. En 1850 las actuaciones portuarias reciben un fuerte impulso con el empresario Nazario Carraquiri, que se hizo con la concesión de las obras, interrumpidas de nuevo en 1853 por diferencias financieras. Seis años después, la Societat del Crèdit Valencià se convirtió en nueva contratista, de la que tomó el testigo la Diputació de València hasta 1880, fecha en la que los trabajos fueron declarados de interés general de primer orden y encargados a una junta rectora que puso las bases de lo que se conoce hoy.

Así pues, las fotografías de 1858 y de 1870 muestran en puerto en un momento de transición. Boira señala las diferencias fundamentales entre ambas: de un lado la primera está tomada desde el mar, ya que es anterior a la construcción de los muelles transversales de Poniente (1864) y de Levante (1865). De otro lado, en la imagen de Martínez Sánchez no se aprecia revestimiento alguno y las embarcaciones aparecen varadas en medio de una playa de sorra formada por los aterramienos, y se ve enmedio de la fotografía una draga para conseguir mayor calado. Según información disponible, entre 1852 y 1860 fueron extraídos de la dársena 85 millones de pies cúbicos de tierra, y otros 78 millones entre 1860 y 1865. En la foto de 1870 ya se aprecia el contramuelle y barcos más grandes anclados a la manera tradicional.

Zona sur de la fotografía de Jean Laurent (1870) con el muelle transversal de Levante en primer plano

El Baluarte, la iglesia de Santa María del Mar, la del Rosario, el viejo Trinquete del Grao, la estación que hoy continúa en el mismo lugar, el antiguo presidio en el que se alojaba desde 1805 a los confinados que trabajaban en las obras del puerto, las puertas dobles que comunicaban el puerto con el Grao y las que hicieron construir, y pagaron, los vecinos del Poblenou de la Mar aún independente (hoy Cabanyal-Canyamelar) para acceder a los muelles directamente desde la calle de la Reina. Todo está en las imágenes y el plano, al que acompaña una extensa memoria. Son 30 edificios en la fotografía de 1858 que pertenecen a la primera fachada portuaria, inalterada hasta finales del XIX. En ella se aprecian ya diversas torres miramar y, sorprendentemente, el Miquelet, la torre de la Catedral, «que certifica la conexión visual que existía entre el núcleo del Grao y la capital a efectos de vigilancia, alerta y llegada de barcos, relación desarrollada en el XIX por un telégrafo óptico portuario que entró en funcionamiento en 1841», escribe el profesor Boira. En la imagen de 1870 se intuye la desembocadura del Turia y se retrata una veintena de barracas diseminadas por la zona.