El busto en honor al excatedrático, rector de la Universitat de València y decano de la Facultad de Medicina el doctor Rodríguez-Fornos ha aparecido cubierto de plastilina amarilla en la cara, satitirizado de forma que el rostro evoca a Hitler.

Fernando Rodríguez-Fornos González tiene una calle dedicada en València, la estatua ya citada y da nombre a un colegio en el barrio de Patraix. En sus escritos, consideró la oposición al régimen franquista una forma de patología mental y no dudó en calificar de «histéricos» a los marxistas. José María Azkárraga, uno de los coautores de la Guía de la Valencia del primer franquismo (1939-1948), que publicaron la Universitat de València y la Universitat Politècnica, forma parte de los especialistas y de los colectivos memorialistas que han reclamado que se quiten los honores citados a este médico y profesor.

«La histeria y el marxismo tienen muchos puntos de contacto. El marxista, como el histérico, saca ventajas de la mentira y acaba explotándola cueste lo que cueste». Esta es una de las reflexiones que reflejó Rodríguez-Forno en «Enseñanzas de la guerra en el estudio de la biogénesis de la emoción», una conferencia que pronunció en Madrid al inicio del franquismo, en la que analizaba las conductas de los demócratas republicanos. Este doctor formó parte de los médicos y psiquiatras que sirvieron al régimen franquista. Sus opiniones contribuyeron a desprestigiar a los «rojos», como calificaban, en palabras de Azkárraga, a todos los partidarios del bando republicano.

Azkárraga lo tiene claro: «Rodríguez-Fornos manipuló la ciencia en favor del régimen y no merece las distinciones. No creo que sea un personaje ejemplar para la sociedad que tenemos o que queremos», ha afirmado.