Hace un par de noches, circulando por la calle Grabador Esteve, descubrimos un local elegante en la esquina con la calle Sorní. Era de indumentaria valenciana y lo presidía una cabeza de bailarina del Corpus. En otras ciudades, como Zaragoza, cada uno de los cabezudos tiene un nombre característico como la Pilara, el Azutero o el Berrugón. Nosotros en Valencia no hemos tenido el detalle de bautizar a cada figura con un nombre diferente, pero la estética de nuestros cabezudos es subyugante.

La gran sorpresa fue ver el nombre del establecimiento “Siglo XVIII” y que en su entrada brillaba el nombre de María Victoria Liceras, la gran experta que hace unos meses me dijo que se iba a jubilar después de una trayectoria intachable. Había que investigar sobre esta alegría y nos contaron que efectivamente Victoria se ha retirado, pero ha aparecido una nueva mujer valiente que quiere seguir con su legado y profesionalidad, María García Vallcanera, una arquitecta amante de las tradiciones valencianas,

Victoria Liceras es famosa desde hace más de cuarenta años. Fue la que rescató la indumentaria valenciana anterior a la mixtificación del vestido de “llauradora” equivocadamente difundido como “fallera”. Médica de profesión, consolidó su buen sentido para la ropa primero en una tiendecita de la plaza de Santa Irene junto con una socia que requirió sus conocimientos prácticos, nacidos de un coleccionismo apasionado. Después se forjó “Siglo XVIII” en un piso de la avenida de Fernando el Católico, pasando a continuación a la calle Avellanas donde ocupó dos locales emblemáticos, uno junto al piso que sirvió de refugio del Santo Cáliz durante la guerra civil y definitivamente en lo que fue una famosa galería de arte. Durante este tiempo Victoria no solo cosió y aconsejó, sino que escribió libros y organizó exposiciones para compartir sus conocimientos.

Todavía tuvo arrestos para enfrentar la pandemia y demoraba mucho cerrar porque tenía el pensamiento puesto en sus dos fieles colaboradoras que le han acompañado durante años en su aventura de recuperar y dignificar la vestimenta valenciana. No quería jubilarse y que sus compañeras no pudieran completar su período de cotización. Elegante y humana hasta el final.

Probablemente la última gesta etnográfica de Liceras haya sido la recuperación del vestido de “ballador valencià” surgido de un grabado parisino de 1802, y que aporta una tercera opción de ropa masculina equidistante entre los muy conocidos “saragüells” y “torrentí”. Próximamente se publicará un libro con este trabajo maravilloso.

La última vez que hablamos con ella manifestó que cerraría muy pronto. Andaba muy preocupada por el destino de su colección, que debería estar a buen recaudo museístico, y agobiada por nimiedades administrativas municipales, pues tenemos un Ayuntamiento que parece gozar en poner trabas al pequeño comercio, aunque pregone lo contrario. Afortunadamente apareció esa mujer que quiso seguir su estela y que, contando con su nombre, su marca y sobre todo su asesoramiento, ha permitido que “Siglo XVIII” siga abierto, ahora en el corazón del Ensanche más castizo.

En esta Valencia “Capital Mundial del Diseño” que nadie haya pensado en homenajear a María Victoria Liceras, la salvadora del diseño textil de nuestro pasado, parece un olvido muy triste. La Cultura Valenciana le debe mucho y sería una justa recompensa reconocérselo.