La diagnosis del Pla Verd i de la Biodiversitat de la ciudad de València, en fase de elaboración, analiza las casi 400 zonas verdes presentes en el término municipal y revela que el 70,75% de las vecinas y vecinos de la capital tiene acceso a una zona verde adaptada al cambio climático a no más de cinco minutos andando desde su casa, es decir, a una distancia máxima de 350 metros. En este sentido, el Pla Verd muestra que están adaptadas al cambio climático aquellas zonas verdes que por su extensión, cantidad de superficie vegetal, zonas de sombra, superficie permeable o presencia de agua, mitigan los efectos que el cambio climático tiene sobre las personas. Esta valoración se ha realizado en función de 50 indicadores basados en la clasificación internacional desarrollada por la Agencia Europea del Medio Ambiente (EEA).

El vicealcalde y concejal de Ecología Urbana, Sergi Campillo, destaca la relevancia de la diagnosis de València realizada en el Pla Verd i de la Biodiversitat de la ciudad a fin de “conocer en detalle el estado de nuestros espacios ajardinados para avanzar en el nuevo modelo de desarrollo de la infraestructura verde de la ciudad, que fomentará la biodiversidad durante las próximas décadas así como una nueva perspectiva de la planificación de los espacios urbanos públicos”. Las cifras muestran que el 70% de la población tiene zonas verdes de calidad y proximidad, unos espacios “fundamentales para el bienestar de la ciudadanía, por los beneficios que aporta el contacto con la naturaleza. Además, como se ha demostrado este verano, marcado por sucesivas olas de calor, son aliadas de primer orden para combatir los efectos del cambio climático, es decir, la adaptación al calentamiento global, porque ayudan a encontrar refugios en las elevadas temperaturas”, según Campillo. De hecho, las propuestas de acción de este estudio “plantearán como incrementar el verde en varios ámbitos de la ciudad, atendiendo a la situación de barrios que se construyeron sin prever la necesidad de incorporar jardines o arbolado u otros, como es el caso de Ciutat Vella que presenten un déficit por su idiosincrasia y requerimientos de conservación de la trama urbana histórica”, concluye el vicealcalde.

Servicios ecosistémicos para mitigar el incremento térmico

A la hora de estudiar el nivel de adaptación de las zonas verdes, la diagnosis del Pla Verd i de la Biodiversitat ha tenido en cuenta, especialmente, los conocidos como servicios de regulación, que se refieren a las formas en que los ecosistemas pueden mitigar los efectos del calentamiento que afectan las actividades y el bienestar de las personas: regulación de las temperaturas, calidad del aire, fijación de CO₂, purificación del agua o control de la erosión.

Las variables estudiadas son, entre otras, el secuestro de dióxido de carbono por la fotosíntesis y su almacenamiento en forma de carbono, un parámetro que ofrece el 93% de las zonas verdes consideradas. Otra es la regulación de las temperaturas a través de la aportación de humedad a la atmósfera y la mitigación del efecto isla de calor, que se observa de manera adecuada en el 85% de los espacios verdes. También se ha analizado la mejora de la calidad del aire a partir de la fijación de contaminantes atmosféricos procedentes de varias fuentes, indicador positivo al 70% de las zonas ajardinadas. En cuanto al control biológico, se tomaron en consideración indicadores como por ejemplo la presencia de especies vegetales invasoras, avifauna o estructuras para el fomento de la biodiversidad y se calcula que el 80% de los espacios lo aportan. Y en el ámbito de la regulación del ciclo del agua, control de la lluvia que circula sobre la superficie del terreno, la reducción del riesgo de inundación y el incremento de recarga de agua de los acuíferos, más del 90% de las zonas verdes analizadas superan el índice que se marca como adecuado.