València ya tiene sus «torres gemelas». La construcción del edificio Ikon, obra póstuma de Ricardo Bofill, entra en su recta final y remata la puerta de entrada de mayor «modernidad» a la ciudad por la avenida de Corts Valencianes. El rascacielos de un llamativo color blanco del arquitecto catalán fallecido en enero de este año sobresale ya en el «skyline» de la entrada de Ademuz (CV-35) a la capital junto a su gemelo, el hotel Hilton, hasta ahora el techo de València, con 117 metros y 33 plantas. El avance de las obras en la torre Ikon deja ver la simetría de formas y volúmenes entre ambos rascacielos, una exigencia del planeamiento urbanístico, según explica el autor del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de València de 1988, el urbanista Alejandro Escribano.

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Las Puertas de València JM López / Francisco Calabuig

La construcción de dos edificios singulares simétricos en altura para «enmarcar» la entrada por la nueva avenida de Corts Valencianes fue un empeño del propio Alejandro Escribano, arquitecto municipal de 1981 a 1991 y director de la oficina del plan general de València. «En esta ciudad siempre ha habido muchos complejos con los edificios altos», destaca Escribano, quien explica que cuando se redactó el plan parcial de Ademuz ya hubo mucho debate tanto por la anchura de la avenida como por la altura de los edificios (el propuso hasta 40 plantas). Al final no se llegó a la altura que defendía el urbanista, de ahí, asegura el mismo, el aspecto «achaparrado» de algunos edificios.

La silueta del hotel Hilton (diseñado por el despacho Hadit Arquitectos y ahora perteneciente a la cadena Meliá) y la del rascacielos de Bofill, sin embargo, sí destacan por su altura. El edificio de Bofill, el arquitecto que transformó València con el plan especial del Jardín del Turia, es un edificio «esbelto y muy mediterráneo» por su «atrevido» color blanco exterior, explica Escribano. En la comparación de ambas torres, la del Hilton, construido en 2006, sale perdiendo, apunta el arquitecto valenciano. La arquitectura del hotel es convencional.

Se construyó en metal y cristal, en tonos oscuros, como se suele hacer en edificios de este estilo. En cambio, Bofill ha apostado por un inusual color blanco, «muy mediterráneo, que hace más ligero y esbelto el edificio». También destacan los cuerpos de cristal de color verde azulado «muy bien elegido». Es en suma un edificio que «sin ser de una gran innovación, es ligero, muy correcto y está bien integrado en su entorno».

«En la comparación con el edificio Ikon, el hotel sale perjudicado porque es una arquitectura más convencional»

En el interior del edificio, destinado a viviendas, destaca el zaguán a doble altura y las zonas comunes, al margen de otros detalles de acabados donde Escribano asegura también se verá la factura de Bofill. «En los edificios de los arquitectos de fama internacional como lo era Bofill, o lo son Nouvel o el mismo Calatrava, el diseño llega hasta la manivela», explica.

Los rascacielos gemelos de la entrada de Corts Valencianes comparten espacio con otros hitos arquitectos como el Palacio de Congresos de Norman Foster (1998). A pocos metros se encuentra también el que iba a ser otro de los iconos arquitectónicos del entorno, el nuevo estadio de fútbol del Valencia UD, cuyas obras quedaron varadas hace ya más de una década.

Una nueva puerta a la ciudad

La avenida de Corts Valencianes, en el barrio de Benicalap, es un punto sensible de la ciudad. La intención cuando se proyectó era crear una nueva «puerta» de la ciudad moderna, que marcara el límite de término municipal. Teniendo en cuenta el desastre que son los accesos por la avenida del Cid o la de Ausiàs March, el plan parcial de Ademuz era la última oportunidad para diseñar una entrada singular a la ciudad, con una avenida moderna, un bulevar con zonas ajardinadas de 120 metros de anchura.

Casi dos décadas después de la proyección del nuevo barrio de la avenida de Corts Valencianes, Escribano asegura que el resultado es bueno y un ejemplo de como el urbanismo puede condicionar positivamente la imagen de la ciudad, estableciendo orden y proporción en los espacios urbanos.

El edificio Ikon, como su gemelo, tiene dos cuerpos (el más alto de 30 alturas). En su construcción se han invertido 70 millones de euros y será el primer proyecto de Kronos Homes en la capital del Turia. La vivienda más barata de la torre de Bofill salió a la venta por 176.000 euros. El precio de los áticos de lujo del edificio se dispara a dos millones de euros. Sus vecinos llegarán a la torre en 2023.