Deambulando por la iglesia de Santa Catalina, la vista se posa sobre una imagen, cuanto menos inusual, de María. Se trata de la Virgen de la Vocación. Estos días, la parroquia ha recordado su historia y su particular estreno, que tuvo su punto rocambolesco. Se trata de una talla encargada hace justo ahora 40 años. Si repasamos las efemérides hay que recordar que también hace cuatro décadas, el papa Juan Pablo II (todavía no era santo) visitaba la Comunitat Valenciana. Ambos, talla y pontífice, se entrecruzan en la historia de la mano de Eugenio Fuertes. Como párroco en una iglesia de nuevo cuño erigida en la ciudad madrileña de Majadahonda pensó en crear una advocación con personalidad propia, dedicada a las vocaciones. Obteniendo de El Vaticano el visto bueno, se estrenó allí la talla.

La virgen que se quedó esperando al Papa | ARCHIVO STA. CATALINA

«Una expresión menos dura»

Años después, llegado a Santa Catalina en 1981 como nuevo rector de un templo aún en obras de reforma, no dejó de pensar en su Virgen de la Vocación y encargó una nueva talla al imaginero Manuel Biot. Pero mejor. Con una expresión menos dura.

La imagen, tanto la madrileña como la valenciana, tiene una característica muy acusada: una oquedad en el seno. «En esa concavidad se podía colocar un sol o algo parecido. Por fin quedamos en no poner nada para darle fundamento a esa filosofía de que la vocación pide vacío de sí mismo, disponibilidad, estar incompleto precisamente para que la Vocación sea lo que a uno le completa», dice el relato de Fuertes, recuperado ahora por la parroquia.

Y a partir de ahí, se hace la luz: la Virgen de la Vocación tiene, como su propio nombre indica, carácter vocacional. Como la visita del papa a València, ¿no? Pues qué mejor que estrenarla en la visita. Se le metió prisa al escultor y el padre Fuertes, pico-pala, empezó a hacer gestiones con el comité organizador de la visita para que presidiera la reunión del Santo Padre con los sacerdotes, que debía tener lugar en el Seminario de Moncada. ¿Y si además, la bendijera? Mientras esperaba la contestación del cardenal Martínez Somalo, metía presión a Biot para constatar que la imagen llegaba en tiempo y forma al gran día.

Y llegado éste, efectivamente, ahí estaba la imagen. «La noche del día de su colocación, 5 de noviembre, llovió mucho y la imagen quedó a la intemperie, sin cubrir siquiera. Al día siguiente, don Eugenio fue y la protegió con un plástico. Los organizadores, temiendo nuevas lluvias, decidieron el 7 de noviembre que el encuentro previsto en el patio se traslade al interior de la Capilla del Seminario. Se llevó la Virgen a la capilla y fue colocada bajo un dosel rojo. Don Eugenio aprovechó este momento para poner una hermosa cinta con los colores del Papa y con la leyenda en polaco y castellano: Virgen de la Vocación».

Y llegaron las prisas...

Pero para cuando debía llevar a cabo la bendición de la imagen, llegaron las prisas. Apenas unas semanas antes había tenido lugar la «pantanà» de Tous y se consideró buena idea que el Santo Padre acudiera a Alzira a consolar a las familias afectadas. «Santo Padre, hay que irse, hay que irse». Con lo que la imagen se quedó compuesta y sin bendecir.

Tuvo que ser el arzobispo de València, el malogrado Miguel Roca Cabanellas, quien varios meses después procediera a su bendición. Para entonces ya había sido instalada en su capilla. Está anclada sin peana, con lo que da la sensación de que flota.

Antes de fallecer, a Manuel Biot aún le dio tiempo de realizar otras dos tallas de la virgen para Salamanca y Reus y ya consta que la devoción se ha extendido en lugares como México, Panamá y Argentina. En la actualidad, la Virgen sigue sorprendiendo cuando el visitante accede a las capillas de la céntrica iglesia de València. Para inspirar vocaciones o para preguntar el por qué del orificio en su seno.