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La ciudad que hereda Mª José Catalá

En los últimos ocho años se han resuelto o encarrilado cuestiones históricas como el Parc Central, los cuarteles de San Vicente o el Cabanyal, pero quedan pendientes el nuevo Mestalla, la crisis de la EMT o el atasco de licencias

La ciudad que hereda Mª José Catalá | FOTOS DE LEVANTE-EMV

La ciudad que hereda Mª José Catalá | FOTOS DE LEVANTE-EMV / josé parrilla. valència

A partir del 17 de junio habrá un nuevo gobierno municipal en València. Será un gobierno diferente, del PP, que recuperará la vara de mando ocho años después de que la perdiera Rita Barberá y que se encontrará una ciudad muy distinta de la que había entonces, impregnada de la nueva política que ha ejecutado la coalición de izquierdas Compromís-Partido Socialista. La movilidad tiene una nueva orientación, dirigida sobre todo a la bicicleta y contra el coche; el medio ambiente ha sido el eje de las políticas urbanísticas; la política económica ha primado las ayudas directas y el mantenimiento de los impuestos y la seguridad ciudadana se ha hecho más tolerante para bien o para mal. Sin duda, se trata de estrategias a las que el nuevo mandato puede dar un giro, más o menos intenso, para llevarlo al terreno de los nuevos gobernantes. Pero además, el equipo de María José Catalá tendrá que hacer frente a casos concretos que han marcado la política municipal en los últimos años e incluso en las últimas décadas. La nueva alcaldesa heredera grandes programas ya en marcha a los que simplemente tendrá que cortar la cinta, y grandes problemas de no fácil solución, independientemente de la orientación política con la que se afronten.

La ciudad que hereda Mª José Catalá

La ciudad que hereda Mª José Catalá / josé parrilla. valència

Si hablamos de grandes problemas resueltos o encarrilados, María José Catalá encontrará las obras del Parc Central en marcha, un plan que lleva décadas atascado. Es el más importante de la ciudad desde el punto de vista urbanístico, pues enterrará las vías del tren y coserá los barrios del sur de la ciudad, separados desde hace siglo y medio por la playa de vías. Además, el comprometido Corredor Mediterráneo puede englobar otras infraestructuras ferroviarias como el soterramiento de vías en Serrería o el eje pasante.

Muy cerca del Parc Central están también los cuarteles militares de la calle San Vicente, que llevan tres décadas esperando su urbanización. En la actualidad ya están en marcha las obras del Cuartel de Ingenieros y comprometidas las del Parque de Artillería. En total, se harán más de mil viviendas, con una parte importante para protección pública, y el nuevo colegio Santo Ángel de la Guarda.

El Plan del Cabanyal también esta ya aprobado, con unos parámetros muy alejados de los que utilizó el PP en los primeros años de este siglo, pero que podría firmar cualquier formación política, pues, aparentemente, no hay ni riesgos ni frivolidades en su redacción.

Y de Natzaret puede decirse algo similar, con un acuerdo cerrado con la Autoridad Portuaria que permite la construcción de la Ciudad Deportiva del Levante, el Parque de Desembocadura o el desbloqueo de la Zona de Actividades Logísticas (ZAL).

En el caso de la Tabacalera también se encontrará el PP con un acuerdo cerrado y los recursos judiciales retirados. Solo habrá que indemnizar a la empresa promotora, que no es poco.

El denominado «agujero de la vergüenza» de Orriols ya se ha convertido en un PAI en ejecución. Y el Monasterio de la Roqueta es un «piso para entrar a vivir». Otra cosa es quien vaya a ser el inquilino.

Por lo que se refiere a la economía, Catalá se encontrará con unas arcas saneadas, con más de 300 millones de euros en la caja y la deuda más baja de la última década (217 millones), sin planes de ajuste ni corsés que le impidan una gestión expansiva desde el punto de vista de las inversiones y el gasto corriente.

En este apartado hay que señalar igualmente, que el Gobierno de España haya condonado la deuda de 400 millones contraída para la Copa del America, una espada de Damocles que atenazaba no solo al Ayuntamiento, sino también a la Generalitat y al propio Estado. En cualquier caso, la Marina es una espada de doble filo, pues está pendiente de constituir un nuevo órgano gestor entre las tres administraciones y los resultados de las próximas elecciones generales serán decisivas para ver la gobernanza de las mismas y la capacidad de acuerdo.

Este apartado se puede concluir citando otras cintas que cortar en un futuro no muy lejano como la de la Capitalidad Verde Europea de 2024, los Gay Games de 2026, mercado del Grao, el nuevo Roig Arena o el pabellón de Nou Moles. Y tiene resueltos el contrato millonario de la limpieza o el de plagas, dos capítulos en los que el PP ha sido muy reivindicativo.

La ciudad que hereda Mª José Catalá

La ciudad que hereda Mª José Catalá / josé parrilla. valència

Cuestiones a manejar

Citadas las cuestiones «históricas» que Catalá se encuentra hechas o encarriladas, hay otras con las que tendrá que lidiar, para aceptar, rechazar o modificar. En este apartado puede meterse las reformas urbanísticas en marcha. Hablamos de la reforma de plaza del Ayuntamiento, el Parque de Desembocadura, el PAI del Grao o las renaturalizaciones de Pérez Galdós (con supresión del túnel), Guillen de Castro (futuro Bulevar de la Cultura), La Malva-rosa (peatonalización de la avenida principal y derribos en las Casitas Rosas), Avenida del Puerto (plataforma para el nuevo tranvía) o Ausiàs March, que será renaturalizada perdiendo gran parte de sus carriles.

Tendrá que afrontar, así mismo, los cuestionados hitos de la movilidad, como el controvertido diseño de la calle Colón, el Área de Prioridad Residencial (APR) de Ciutat Vella, las zonas verdes y naranja para residentes en al menos tres barrios de la ciudad, y la puesta en marcha de la obligada Zona de Bajas Emisiones (ZBE).

Grandes retos pendientes

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La ciudad que hereda Mª José Catalá

La ciudad que hereda Mª José Catalá / josé parrilla. valència

Y vinculado a la construcción de nuevo estadio está también el futuro del actual Mestalla, incluida la transición a zona residencial y comercial.

Continuando con emblemas de la ciudad, València sigue echando de menos una solución para el entorno de San Miguel de los Reyes, una joya renacentista rodeada de infravivienda y solares. Aunque ha habido derribos en las inmediaciones, el plan para adecentar el entorno sigue sin ver la luz y no se ha dado una solución al edificio de diez plantas que hay frente al monasterio, que ha quedado fuera de ordenación.

María José catalá también deberá pensar en el PAI de Benimaclet, que se ha visto paralizado por el desacuerdo de los socios de gobierno y la fuerte presión social que existe en el barrio para que sea un plan mucho más verde del que propone el agente urbanizador, Metrovacesa. Se dice que este PAI debe marcar la evolución del resto de la ciudad.

La EMT también atraviesa una situación complicada. Entre unas cosas y otras el ayuntamiento compromete más de cien millones de euros para mantener a flote una entidad quebrada. Eso es más del 10% del presupuesto general del consistorio, una lastre económico de primer nivel. Y también de lastre económico, aunque en este caso para la actividad privada, es el atasco de licencias tanto de actividad como de obras. Más de tres mil se calcula. Aunque el ayuntamiento ha bajado el montón de expedientes la situación sigue siendo grave, con plazos de más de un año para conseguir el permiso para un proyecto constructivo.

Por último, hay que citar el problema de la vivienda, seguramente el de más calado social. Por un lado hay que dar una solución a los apartamentos turísticos, un factor distorsionador del mercado inmobiliario. Por otro lado hay que atajar el problema de la ocupación ilegal. Y finalmente hay que construir vivienda social y de mercado libre para dar respuesta a la demanda de la sociedad, sobre todo de los jóvenes, ya sean de sectores desfavorecidos o no.

Este retrato aproximado de la ciudad se cierra con unas últimas cuestiones menores pero de calado mediático y fuerte enfrentamiento político, como el nombre de València (en castellano o en valenciano), las polémicas Magues de Gener, la entrada de la Senyera en la catedral el 9 d’Octubre, las subvenciones a «entidades catalanistas», el monolito del 15-M, los mercados de huerta, los refugios de animales o los bous al carrer.

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