La nueva alcaldesa de Valéncia, María José Catalá, llega a los cien días en el cargo habiendo cumplido con muchas de las promesas que hizo a lo largo de los cuatro años de oposición y poniendo en solfa un puñado de medidas del anterior gobierno fuertemente criticadas por los populares y, en muchos casos, por los vecinos de la ciudad. En este tiempo, pues, no ha habido espacio para las iniciativas propias, aunque algunas han salpicado estos tres meses largos de mandato a la espera de cerrar los presupuestos del año que viene y el capítulo de inversiones. En el terreno estrictamente político Catalá ha introducido un nuevo modelo de colaboración con la extrema derecha de Vox. Frente al pacto de legislatura y gobierno compartido puesto en marcha en la Generalitat Valenciana, la alcaldesa ha optado por un gobierno en minoría de sus trece concejales, teniendo a Vox como «socio preferente» para lograr mayorías puntuales, pero fuera del gobierno municipal.

Si pensamos en las medidas que más han llegado a la gente, los gestos de corte tradicionalista ocupan el primer lugar. La primera medida de la alcaldesa, María José Catalá, fue subir la imagen de la Virgen de los Desamparados al Salón de Cristal. Podría no ser definitivo, pero fue una primera piedra de una larga secuencia de medidas pensadas, sobre todo, para contentar a su electorado y a esa parte de la sociedad que valora las tradiciones.

En esta línea, el nuevo equipo de gobierno ha determinado también que la Procesión Cívica del 9 d’Octubre entre en la catedral para el Te Deum, una parada eliminada por el anterior equipo de gobierno. Se ha recuperado la figura de la exalcaldesa Rita Barberá, nombrándola alcaldesa honoraria y poniendo su nombre al Puente de las Flores. Se ha dado visibilidad a las víctimas del terrorismo promoviendo un cambio de emplazamiento de la estatua que las recuerda. O se han iniciado los trámites para eliminar el monolito del 15-M.

Presión de Vox

Las medidas más polémicas, en cualquier caso, obedecen más a la presión de sus «socios preferentes» de Vox, que además han hecho gala de ello. A esa presión podrían ligarse la vuelta del «bou embolat» a las cinco pedanías que tienen tradición en este tipo de festejos; y la denominación de València en valenciano, que el nuevo equipo de gobierno ha decidido que sea «Valéncia», es decir, como dicta la Real Academia de Cultura Valenciana y no la oficial Académia Valenciana de la Llengua.

Fuera de estos gestos, el nuevo equipo de Gobierno ha comenzado por revisar todas aquellas medidas que se implementaron con los anteriores gobiernos de Compromís y PSPV y que tuvieron una fuerte contestación social. Algunas se han eliminado directamente y otras están en estudio ante la dificultad de la reversión total o parcial.

Entre las que han sido eliminadas figuran los recién llegados mercados de proximidad, es decir, la venta de verduras directamente de la huerta. El conflicto en el Mercado de Colón acabó por dinamitar esta iniciativa en los cuatro barrios elegidos para poner estos puestos.

Así mismo, se ha empezado a eliminar el carril bici de San Isidro, iniciando así todo un plan para acabar con los carriles bicis más criticados para convertirlos en ciclocalles.

Y en lo referido a medidas en revisión encontramos también algunas de las más polémicas de las últimas dos legislaturas. En este apartado está el Área de Prioridad Residencial (APR) de Ciutat Vella, que Catalá anunció que dejaría de funcionar de inmediato pero que está siendo sometida a consultas con vecinos, empresarios y comerciantes para modificarla. En el propio gobierno municipal barajan la posibilidad de convertir este espacio en Zona de Bajas Emisiones (ZBE), es decir, una zona donde solo pueden acceder vehículos con etiqueta «ECO», para cumplir con la obligación impuesta por el Gobierno para 2023.

En una situación parecida está la calle Colón. La idea inicial es quitar uno de los dos carriles bus para devolverlo al tráfico convencional, pero se ha abierto un periodo de consultas para que la revisión sea global en la zona, con entrada desde Porta de la Mar y reordenación de algunos cruces peligrosos.

Planes urbanísticos

Urbanísticamente hablando también se han dejado en suspenso planes como la anulación del túnel de Pérez Galdós, el Bulevar de la Cultura de Guillem de Castro, el plan para las Casitas Rosas o el PAI de Benimaclet. En este último caso, el nuevo equipo de gobierno ha decidido dejar que el agente urbanizador, al que la justicia le ha dado la razón, siga adelante con su idea inicial introduciendo una negociación con el ayuntamiento y una consulta a los vecinos.

En cualquier caso, no todo se ha puesto en revisión en estos primeros cien días de mandato. Hay una parte de la herencia a la que se le está dando continuidad o está previsto consolidarla sin apenas cambios. Pequeños proyectos de urbanismo como el asfaltado de calles y puentes, la reforma de plazas como Santa Mónica, o la transformación de grandes áreas como la de la ermita de Orriols, siguen adelante con la bendición del nuevo equipo de gobierno. También muchas otras pequeñas obras incluidas mayoritariamente de los presupuestos participativos, modelo, por cierto, que va a cambiar en los próximos ejercicios.

Finalmente, hay que hablar de las iniciativas propias del nuevo gobierno, que han llegado de manera muy puntual. La última ha sido destinar la Casa del Relojero, situada en la calle Micalet y recientemente restaurada, a Oficina de Turismo y Centro de Interpretación del Santo Cáliz. Y antes que eso, casi desde el primer día, se anunció la creación de un Museo del Patrimonio dedicado a las Fallas en el monumental edificio de Correos. También se ha acabado con las colas del padrón y se ha reforzado la limpieza con un plan de choque.

«En estos 100 primeros días hemos vuelto a cuidar con detalle la ciudad, que encontramos desatendida y abandonada. Hemos recuperado una València sensata, sensible a los detalles y agradable para vivir. Nos estamos dejando la piel para escuchar a todos y cumplir con la voluntad de los valencianos, pero sobre todo para que nuestra ciudad mire al futuro con ambición y con atención a los pequeños detalles que tejen el día a día de los vecinos», aseguran desde el nuevo gobierno.