Tender una mano cuando Dios aprieta
Los voluntarios de la asociación Divina Misericordia llevan ocho años saliendo cada semana para dar comida y conversación a las personas que sobreviven 'ocultas' en plena calle

Una de las salidas nocturnas de la asociación Divina Misericordia / L-EMV

La noche de València es cruda. Lo cuenta el padre Pedro Miret, párroco en San Francisco de Borja (Ruzafa), y lo sabe porque semanalmente visita en ruta nocturna los núcleos de pobreza de la ciudad. Cuando el ajetreo de los comercios decae y los cartones empiezan a ocuparse, Miret sale a buscar esa realidad oculta que la mañana siguiente vuelve a barrer. “València es una ciudad cosmopolita y llena de actividades, pero una vez que la gente se va a dormir aparecen historias muy duras. Recuerdo la de un señor que se acercó y me dijo, mire, esta noche le he dicho a Dios que me envíe una señal si no quiere que me mate”, relata el sacerdote. “Entonces me llevó a un árbol y me enseñó una soga. La tenía preparada. Y me dijo: usted es la señal”.
Pedro Miret preside la asociación apostolado Divina Misericordia de València, una entidad cristiana con ocho años de dedicación a los más vulnerables, sobre todo a las personas sin hogar. La asociación tiene 70 socios que aportan una cuota mensual mínima de 10 euros para financiar las salidas nocturnas de unos 30 voluntarios, casi todos estudiantes –no necesariamente religiosos–, en itinerarios diseñados tras una labor de prospección. “Tú no puedes salir a la caza del pobre. Primero hay que detectar los focos de sinhogarismo y después acudir conociendo su realidad”, explica Miret.
Esos focos están muy repartidos. Las rutas abarcan zonas de Campanar, Quatre Carreres, Vara de Quart o la Fuensanta. También el asentamiento en el circuito de la Fórmula 1 o la fábrica abandonada de la Garrofera, donde el año pasado murieron dos temporeros de origen ghanés. Los voluntarios les llevan comida, agua embotellada, ropa y conversación, retomando el hilo semana tras semana. “Lo más importante es escuchar y acompañar en el dolor de su situación. También animarles en todo lo que podemos”.

Ropa tendida en la nave abandonada de la Garrofera / Germán Caballero
Pero no siempre se puede, más cuando se aborda una pobreza sobrevenida. “La pobreza vergonzante que se decía antes. Nosotros encontramos estos casos de personas a las que les han subido la hipoteca y no pueden pagarla. Vemos todos los perfiles posibles. Migrantes que no pueden acceder a un hogar porque sufren racismo inmobiliarios. Personas con problemas familiares. Mucha gente con adicciones empleadas como mecanismo de defensa. Familias enteras, jóvenes, ancianos, mujeres embarazadas. La cantidad de gente que vive en la calle ha subido muchísimo en los últimos años”, afirma el párroco al tiempo que deja un aviso: “Cualquiera puede acabar en la calle”.
Su asociación también trata con personas gravemente enfermas y abandonadas a su suerte –a veces por propia decisión, porque la labor de las asociaciones “termina cuando empieza la libertad de cada uno”– como un hombre con una bolsa recolectora de heces tras una operación que se estaba curando a la intemperie. “Él no se cambiaba el dispositivo y teníamos que estar nosotros pendientes. Son situaciones extremas y a veces nos toca llevar a la gente al centro de salud. Es evidente que alguien así no debería vivir en la calle”
Son los olvidados de una Administración que además pone obstáculos cuando asociaciones como Divina Misericordia, Amigos de la Calle o Bokatas –todas centradas en el sinhogarismo– se salen de sus respectivas rutas para adentrarse en terrenos más burocráticos. “Nosotros gestionamos subsidios por viudedad u orfandad cuando alguien de quien hacemos seguimiento fallece. La Administración ofrece poca colaboración, no te da un solo dato, lo tienes que buscar tú todo”, lamenta Miret sobre uno de los dos servicios extraordinarios que pone a disposición de las personas sin hogar. El otro es la compra de billetes para que vuelvan a sus países de origen: “Si hace falta les acompañamos hasta el autobús del aeropuerto. Estamos hablando de personas con familias desestructuradas, pero justamente lo que nosotros buscamos es reestructurar esas redes de apoyo. Que regresen a sus hogares”.
El Evangelio exige discreción
Fuera de esta labor concreta, el cura aprovecha para reflexionar sobre la función social de una Iglesia que en ocasiones puede parecer ensimismada o alejada de la sociedad. Nada más lejos. Miret asegura que la Iglesia Católica es la institución “que más hace por las personas necesitadas”, pero reconoce que la comunicación no es su punto fuerte. Este tipo de acciones las impulsan sin darles mayor promoción porque el Evangelio pide que la mano izquierda no sepa lo que hace la derecha.
Sin embargo, el religioso sí lamenta que algunas personas se acerquen a la actividad de su institución desde el prejuicio, y recuerda amargamente las críticas que sufrió en redes sociales tras el fallecimiento de un temporero en una fábrica abandonada de la Garrofera: “Yo pedí que viniera a mi parroquia para poder celebrarle la misa exequial, porque él había confesado su fe y había venido a las misas de mi parroquia muchos domingos. Pues bien, recuerdo que muchos comentarios a la noticia de Levante-EMV eran totalmente críticos con este párroco. No lo entendí. Siempre hay gente que malinterpreta nuestro papel”.
"No le damos ningún dato porque es usted sacerdote"
Cuidar de las personas sin otra tutela que la caridad no siempre resulta sencillo. Hace unos meses Pedro Miret fue al hospital para visitar a un hombre sin hogar y en el centro sanitario no quisieron decirle la habitación donde estaba este hombre escudándose en la Ley de Protección de Datos. “Yo les dije, pero que soy sacerdote y le atiendo todas las semanas. Y ellos me dijeron: precisamente por ser sacerdote no le daremos un solo dato”.
- Invasión de chinches en La Torre: 'Han salido de un huerto y están por todas partes
- L'Albufera no tiene horarios: 'Si abrimos las compuertas, los bañistas también pueden moverse 200 metros
- ¿Por qué hay tantas flores lilas en las calles de València?
- El último movimiento de Borja Sanjuan tensa el PSPV de València
- Arde un piso en el barrio de Campanar de València
- Lucha sin cuartel contra las plagas en València: El curioso método para acabar con los chinches
- Fallece Enrique Marzal, el indumentarista de la Casa Real, las artistas y las falleras
- Festivos locales: los días grandes de Fallas 2026 serán laborables salvo la 'cremà