«En el Saler vivimos en alerta»
Los vecinos de la pedanía reclaman también los cañones de agua previstos para las urbanizaciones de La Devesa tras las llamas que calcinaron 16 hectáreas
La Guardia Civil detuvo el miércoles al presunto pirómano que les tenía en vilo

Vecinos y vecinas de la pedanía del Saler, ayer en la Devesa / Eduardo Ripoll

«¿Tú conocías al pirómano? Yo desde que era joven, de toda la vida». Entrar en un comercio de la pedanía del Saler, en València, estos días, es escuchar esta pregunta una y otra vez. Varios incendios intencionados han asolado 16 hectáreas de la Devesa en pleno parque natural de l’Albufera en el último mes. Unos ataques al medio natural que se han saldado con la detención de un abogado de 59 años como el presunto autor de los incendios que, además, era vecino de la zona. Una situación que ha sido «preocupante» y que han vivido con «angustia y miedo» los vecinos y vecinas de una pedanía que fue en inicio un asentamiento, cuando los primeros habitantes encontraron en el lago una fuente de vida. Hace cientos de años.
Lo cuenta Kike Dasí, miembro de la asociación de vecinos mientras atiende a los clientes que entran en su establecimiento. Lo cierto es que la Devesa del Saler, el bosque entre el municipio y la playa, «vive siempre en alerta» por posibles fuegos. A veces se olvida, pero cuando un incendio amenaza la «joya natural» que tienen delante, el miedo vuelve a aparecer entre los «hijos» y los «nietos» del Saler.
En el hogar de los jubilados hay un grupo de jóvenes que preparan una fiesta para el pueblo. Alejandro, Lluís, Natalia y Álvaro montan la barra, ordenan los materiales y cuidan hasta el más mínimo detalle. Amparo, una mujer del pueblo «de toda la vida» está con ellos. Es la abuela de Álvaro. «Que pasen estas cosas nos hace sufrir y sentir, más que otra cosa, tristeza e impotencia». Coincide Mario, un vecino de la zona que dice que ellos, los habitantes son, en cierta medida, «los guardianes» del bosque.
Un gran pulmón verde
«Es el pulmón verde de València». Así se dirigen los vecinos y vecinas a este bosque de arbustos mediterráneos que separa el pueblo de la playa. La estima al enclave es intergeneracional. Los festeros ponen énfasis en lo excepcional de la zona y apelan a la concienciación para preservarla. Gaspar tiene 79 años. Y dice que señala explícitamente su edad «para que no se le confunda con un xiquet. Después ríe.

Gaspar, vecino del Saler, en la Devesa, ayer. / Eduardo Ripoll
¿Qué es para él el Saler y la Devesa? «Lo mejor del mundo. Nací aquí y aquí moriré. Es algo muy grande, pienso en los incendios que pueden destruir esta zona en la que hemos crecido y me entran ganas de llorar», cuenta con los ojos vidriosos. Señala que, con todo, el enclave ha cambiado mucho. Varios vecinos y vecinas con los que habla este diario reivindican la rehabilitación de la pinada que hay justo enfrente del pueblo.
Lo llaman la zona de ‘Pouet’ porque antiguamente albergaba varios pozos de agua. De hecho, allí toma Levante-EMV las fotografías. «Queremos que lo acondicionen para poder hacer vida, antes las familias nos reuníamos aquí y pasábamos las tardes jugando, compartiendo», recuerdan Gaspar y Amparo. Y es que esta es parte de la solución que plantea, también, Kike Dasí. «Integrar a los vecinos y visitantes en el entorno crea conciencia social y cultura del valor que tiene esto. No podremos evitar incendios intencionados, pero sí que la Devesa esté en condiciones óptimas para que sea difícil que se extiendan las llamas».
Cañones de agua en el Saler
Además de la conciencia social, también urgen soluciones técnicas de prevención. Dasí, de la asociación de vecinos aplaude que se hayan adjudicado los cañones de agua contra incendios que se van a instalar por toda la Devesa y que permitirán activar estos chorros en caso de que se detecte un incendio pero reivindican que se instalen, también, cerca del núcleo urbano.

Vecinos del Saler, ayer hablando sobre la situación de la pedanía y los incendios / Eduardo Ripoll
Estas torres, que tienen que ser aún montadas e instaladas, serán capaces de lanzar hasta 9.000 litros por minuto para refrescar la zona y minimizar el riesgo de inicio y propagación de las llamas. Dasí reivindica su instalación, también, cerca del pueblo. «Nuestras casas sí están cerca de este enclave y en caso de incendios corremos riesgos», reivindica el representante vecinal.
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