La jubilación inminente del jefe de la Policía Local agita la cúpula del cuerpo
Herrera tiene que dejar el cargo en abril porque cumple 65 años pero quiere continuar en activo y vinculado al mando policial
El comisario principal Ángel Albendín o quizá un fichaje de fuera suenan como posibles sustitutos

El comisario Lasheras saluda a Catalá en presencia del jefe Herrera. / GERMAN CABALLERO
El comisario jefe de la Policía Local de València José Vicente Herrera se jubila en abril de 2025, por tanto, le quedan siete meses en el cargo. Por ley, por obligación, Herrera tiene que cesar porque cumple 65 años y no puede seguir trabajando. Esto significa que se ha abierto el debate de la sucesión sobre quién le sustituirá y también sobre su futuro. Herrera es un hombre cercano al Partido Popular y muy de la confianza de la alcaldesa María José Catalá. La lideresa del PP guarda un gran hermetismo sobre el relevo del jefe de un cuerpo que para la alcaldesa es de extrema importancia.
En diversos foros de personal, con sindicatos y en presencia del concejal Jesús Carbonell, así como en una entrevista concedida a Levante-EMV, Herrera ha declarado que quiere seguir al pie del cañón. Porque profesionalmente dice estar en su mejor momento. Esto significa, subrayan fuentes de la cúpula del cuerpo, que habría que buscarle una fórmula legal que le permitiera seguir trabajando desde el máximo escalafón policial.
Albendín y la jefatura bicéfala
Una posibilidad sería nombrar un comisario jefe del agrado de la alcaldesa y del propio Herrera, que compartiría el liderazgo técnico-político del cuerpo con ambos. Herrera dejaría el uniforme y se incorporaría a la plantilla del Ayuntamiento de València, creándose un puesto de coordinador general exprofeso para él, como ya existió en la época del exregidor socialista Aarón Cano; o incluso podría ser nombrado director general de nuevo cuño y pasar a depender directamente de alcaldía.
Para ser jefe de la Policía Local de València hay que tener el grado de comisario principal. En el cuerpo ahora mismo hay tres y el propio Herrera es uno de ellos. Los otros dos son Ángel Albendín y Rafael Mogro. De estos dos, Albendín suena como sustituto pues también es cercano al PP y cuando Herrera accedió al cargo en 2015, ya sonaba como posible comisario jefe. En todos los escenarios, tiene que hacerse un concurso-oposición en el que se valorarán los méritos de los aspirantes. Pero la última palabra la tiene la alcaldesa. Catalá puede optar por Albendín, elevar a Herrera como coordinador general y ya tendría una jefatura «bicéfala» de su confianza. Eso, contando con la opinión favorable de ambos mandos y del concejal del ramo Jesús Carbonell. Esta operación descrita sería la más rápida y factible.
Un fichaje de fuera proveniente de la Policía Nacional
Pero habría más opciones. Una pasaría por buscar un fichaje fuera. Como explican fuentes sindicales de la Policía Local, si la alcaldesa tiene un candidato favorito fuera del cuerpo lo que debería hacer esta persona, siempre que reúna los requisitos necesarios, es presentarse al puesto desde otros cuerpos como Policía Nacional o Guardia Civil, o desde las jefaturas de otras grandes ciudades. A iguales méritos y currículum, Catalá siempre podrá elegirlo.
Russu y Lasheras, comisarios con opciones
En tercer lugar, hay otra vía. Actualmente hay una serie de comisarios, en plena madurez y con prestigio, que podrían promocionar a comisarios principales, y cuando llegue abril estar en la quiniela. Uno es Eduardo Russu, que ha desarrollado una labor destacada en el distrito del Marítim; y otro es Fernando Lasheras, que dirige la USAP, unidad de cuño recién creada por Catalá y Herrera para luchar contra el botellón y el vandalismo.
En este momento, está pendiente de publicarse la lista de admitidos y excluidos en el concurso-oposición para optar a comisario principal así que los plazos temporales están muy ajustados. Pero podrían agilizarse si la alcaldesa así lo desea.
Un nombramiento "contra natura" enfadaría a agentes y mandos
En cuarto y quinto lugar, existen dos últimas opciones que chocarían con la oposición frontal de la mayor parte de la plantilla y de los mandos, así como de los sindicatos. La cuarta pasa por nombrar un alto funcionario del Ayuntamiento de València que tenga la titulación exigida por la ley, aunque aparentemente no sepa nada de la policía. Y la quinta, persistir en que Herrera siga al frente del cuerpo como ha ocurrido en Xàtiva, a riesgo de acabar en un contencioso-administrativo. Como se observa, casi todas las posibilidades descritas son compatibles con que Herrera acabe siendo nombrado director general y complemente el cargo de nueva creación con la figura del nuevo comisario jefe.
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