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La Senyera causa furor en el Salón de Cristal... pero no es lo único

Ciudadanos, turistas, colegios y viajes organizados acuden al Salón de Cristal, donde la Senyera comparte protagonismo con la Virgen e incluso con los policías

Hacerse una foto con la Senyera es un clásico de la víspera del 9 d'Octubre

Hacerse una foto con la Senyera es un clásico de la víspera del 9 d'Octubre / Miguel Angel Montesinos

Moisés Domínguez

Moisés Domínguez

València

La ciudadanía y los visitantes pasaron revista durante toda la jornada de ayer a la Senyera, después de que, a primera hora de la mañana, el gobierno municipal acudiera al acto protocolario por el cual es retirada del archivo municipal para ser exhibida, sin más separación que una cinta, hacia todos los visitantes. 

La apertura de puertas registró una cola bastante numerosa. Sin embargo, las visitas a la Senyera fueron, en esta ocasión, más moderadas. La ciudad no está tan llena y los valencianistas, los que acuden atraídos por la enseña, son menos esta vez porque es un día laborable. Pero no faltan, como el matrimonio de Moncada, que acude feliz a hacerse la foto. «¿Nos la puede hacer, por favor?». Es una auténtica cadena de favores. 

Sin embargo, hay un aspecto que quizá pasa desapercibido en medio de las visitas, pero que basta quedarse un rato contemplándolo. Sobre todo, por parte del público no autóctono.

La modalidad selfi, muy extendida

La modalidad selfi, muy extendida / Miguel Angel Montesinos

«¿Eres de cartón piedra?»

«¡Que salga bien la chica!» comenta un grupo de mujeres de Cantabria, que están de visita en la ciudad y que subieron a conocer el edificio municipal, al abrigo de su gratuidad. La chica no es otra que la guardia municipal con uniforme de gala. Dos agentes del cuerpo de funcionarios custodian la enseña y se convierten también en foco de atracción. 

No faltan ni las tonterías habituales: «¿Eres de verdad o de cartón piedra?» le espeta un ciudadano, como mínimo, español a la misma agente. Otro, de bandera británica, se acerca a donde está su compañero, al otro extremo de la enseña, y le hace mímica. Aquí, «la grasieta» para ver si sonríe. Llegará el día que alguno de ellos se calentará ante la impertinencia, como hacen los Guardias Reales o los Granaderos en Londres. Porque la liturgia, sin ser igual de solemne, es parecida: marcialidad en el relevo de guardia e impasibilidad durante la custodia. No sería el primero el turista que se lleva una sonora bronca por hacer el tonto. Los guardias municipales, aquí, aguantan. «Es que casi nunca se les pude ver así» dice una vecina de l’Eixample. Después, el relevo ya se hace con un agente de uniforme de paseo. Se pierde el encanto de los cascos de alto plumero. 

Una mujer se recrea en fotografiar al Policía Local de gala

Una mujer se recrea en fotografiar al Policía Local de gala / Moisés Domínguez

Entre el público extranjero hay también otros aspectos que se priorizan. Una madre ucraniana le da la charla a su hija, porque no reside en València, de lo que es la bandera que preside majestuosa. «Sí, sí que sé lo que es y por qué está aquí, pero ella no». 

Y la lámpara, las columnas...

Sin embargo, muchos recurren a los clásicos: las lámparas, las columnas o la imagen de la Virgen de los Desamparados. Para el público foráneo, no es más que una bandera, que tampoco está claro qué representa ni por qué está ahí. 

No así para ese ciudadano local. «No hemos fallado casi ningún día» asegura un matrimonio. «Siempre queremos hacernos una foto de recuerdo. Mientras podamos, aquí estaremos». Y destaca poderosamente el textil. La Senyera luce bastante mejor que hace unos años, cuando caía hecha jirones. La labor de restauración ha sido minuciosa dentro de lo que puede permitirse el paso de los años. No acaba de tener muy claro qué es. «Es la bandera de València, ¿no?» dice un grupo de venezolanos. Un concepto bastante amplio. «Allí también hay una ciudad de València». 

Después se dirigen al nuevo Museo de la Ciudad, que completa la visita a la casa consistorial. No pueden contemplar la otra bandera, la de 1545, porque todo ese ala está cerrada al público. La de 1928 aguanta. Como puede, pero aguanta. 

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