Copa del América
El legado por completar de la Copa América en València
La tercera edición de la Copa del América en València ayudaría a culminar la transformación urbana y dinamizar la marina exterior
El canal y la nueva marina exterior son el principal activo del puerto de València para acoger la competición de vela en 2026

La dársen interior en primer plano y al fondo la marina exterior (canal y nueva bocana) construida para la 32 Copa del América en 2007
Como otros grandes acontecimientos deportivos, la Copa del América que València acogió en 2007 y 2009 trajo una importante transformación urbanística. Las infraestructuras deportivas que se construyeron para acoger la competición de vela, que dos décadas después podría regresar a València, cambiaron radicalmente la imagen del puerto y generaron una gran marina de casi un millón de metros cuadrados, en parte, todavía infrautilizados. La vuelta de la Copa del América puede dar el empujón final a la transformación urbanística de la Marina de València, especialmente a la nueva marina exterior, un espacio alejado, mal comunicado y con mucho terreno a la espera de uso. En esta zona es donde se tendrían que instalar ahora los equipos de las regatas si València acoge por tercera vez la competición.
El canal y la marina exterior son posiblemente el principal activo que València puede ofrecer como sede de la 38 Copa del América, que se celebrará en 2026, y para la que el equipo ganador de la última edición que se acaba de celebrar en Barcelona, el New Zealand, busca sede. Para proporcionar una conexión directa de la dársena interior, base de operaciones de los equipos de la 32 Copa del América, con el campo de regatas de la Malva-rosa evitando así que los veleros tuvieran que atravesar la zona portuaria sorteando el tráfico de los grandes mercantes, en València se hizo un nuevo canal, una obra colosal que obligó a sacrificar la antigua lonja de pescadores, que fue derribada, y los pescadores trasladados a una instalación provisional al otro lado de la dársena.
El hito arquitectónico
La construcción del canal y la nueva bocana, con el dique elevado, mirador privilegiado a las playas del Cabanyal y la Malva-rosa y el campo de regatas de los barcos de la Copa, se llevaron el 30% del presupuesto en obras de la Copa del América.
En el "gran evento deportivo" de la 32 America's Cup, que vino a València de la mano del Real Club Náutico de València, no podía faltar el hito arquitectónico. El prestigioso arquitecto David Chiperfield, premio Priztker en 2023, fue el encargado de diseñar el edificio-mirador con vistas al canal de la Copa del América, el denominado por los organizadores “foredeck” o edificio de invitados, luego bautizado en clave valenciana como Veles e Vents, en homenaje al poeta Ausiàs March. El edificio de color blanco y grandes terrazas en voladizo que parecen girar sobre un mismo eje se construyó en tiempo récord y exige mucho mantenimiento, pero es sin duda el icono de la Copa. En la actualidad es un espacio destinado a eventos y restauración.
Las bases efímeras que se quedaron
La construcción de las bases deportivas tampoco estuvo exenta de complicaciones porque no cabían en la dársena y hubo que recrecer los cantiles. Alrededor de la dársena se instalaron 12 bases deportivas, de grandes dimensiones, en forma de cubo, para los 12 equipos participantes, unas de mayor calidad y mejor diseño que otras. Costaron 20 millones de euros. En 2014 se anunció un plan de derribos de las estas instalaciones, en principio efímeras, con la intención de liberar el frontal de los Tinglados 4 y 5 que las bases taparon recuperando así la perspectiva de la dársena histórica. En el espacio liberado por las bases estaba previsto construir un jardín de 12.000 m2 y un paseo rodeando la dársena de cerca de 2 kilómetros de longitud, que comenzará en el edificio Varadero y se prolongaría hasta la Lonja de Pescadores. El plan no se llegó a ejecutar. En 2015, la nueva dirección del Consorcio Valencia 2007, el organismo creado por las tres administraciones (Estado, Generalitat y ayuntamiento) para impulsar las obras de la Copa, decidió que las bases se quedaban y reutilizaban porque eran una de las principales fuentes de ingresos para hacer frente a la deuda que dejaron las obras deportivas.
Solo se derribaron dos bases, la del equipo chino, de muy baja calidad estructural, y la del Luna Rossa para despejar el entorno del Tinglado 2, edificio protegido de estilo modernista como el 4 y 5. También sucumbió a la piqueta el denominado centro de televisión. La mayoría de las bases tienen hoy nuevos usos y son concesiones de empresas vinculadas al sector de la innovacion y tecnológicas aunque también queda alguna dedicada a la reparación de barcos. Las bases del norte fueron las primeras en ser ocupadas. El empresario Juan Roig obtuvo la concesión para transformar las bases del BMW Oracle, Shosholoza y +39, a las que recientemente se ha añadido la del Alinghi, una de las más interesantes arquitectónicamente, diseñada por José María Tomás, para transformarlas en escuela de negocios y aceleradora de empresas jóvenes (Edem y Lanzadera).
Partidarios y detractores
Se debatió en su día si en la Marina se podían hacer viviendas para costear parte de las infraestructuras, pero la idea se desechó por incompatiblidad con la ley de Costas. En la Marina se construyeron 650 amarres para barcos de todas las esloras, incluido un pantalán para supeyates, y funcionan una veintena de empresas dedicadas a la restauración, la náutica y actividades turísticas de recorridos en barco. Además tienen su base de operaciones varios clubes deportivos.
La 32 Copa del América transformó la fachada marítima y dejó un legado innegable que ahora aspira a completarse con una nueva edifición de las regatas a la que aspiran los gobierno del PP en la Generalitat y el Ayuntamiento de València, y que cuestionan los partidos de izquierdas (Compromís y PSPV) que recuerdan la deuda de 400 millones que dejó la competición de vela.
El «pastel» de las obras
El canal que abría una conexión directa desde la dársena interior al campo de regatas a los equipos de la 32 Copa del América (21,5 millones de euros) y el dique y contradique de la nueva marina exterior (57,1 millones ) sumaron la mayor inversión en obra de la Copa del América y se adjudicaron a FCC-Pavasal y Ferrovial, que también se adjudicó con Cyes los amarres (31 millones).
La ampliació de los cantiles de la dársena interior para dar cabida a las bases, ejecutada por Dragados, costó otros 59,5 millones y el Veles e Vents, ejecutado por Rover, casi 50.
En suma la Copa supuso un «pastel» de 300 solo en obras, que se repartieron básicamente Rover, Cyes, Dragados y Pavasal.
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