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Construyen los últimos 1.800 nichos que caben en el actual recinto del Cementerio General

El Sector 21 se ha convertido en una colmena que en en poco tiempo dejará construido todo su espacio disponible para sepulturas

Obras de ampliación del Cementerio General de València

Moisés Domínguez / A. Iranzo

Moisés Domínguez

Moisés Domínguez

València

Las personas que vayan a visitar a sus seres queridos enterrados más recientemente se encontrarán en Todos los Santos con una estampa inusitada. De hecho, se lo están encontrando ya, porque las visitas se multiplican en los días previos para evitar las colas. En la Sección 21, la de más reciente creación, se está construyendo una auténtica colmena. Una ciudad de nichos que va a ocupar la totalidad del espacio disponible. 

Las máquinas siguen trabajando mientras las personas acuden con los ramos de flores. Y el trabajo está prácticamente finalizado. Bloques y más bloques de cerca de un centenar de nichos y otros, más pequeños pero no menos nutridos de cantidad para columbarios en sus respectivos extremos. Para satisfacer las dos formas principales de enterramiento en la actualidad: el cuerpo entero o las cenizas. 

Contraste entre secciones llenas y las que empiezan a ocuparse

Contraste entre secciones llenas y las que empiezan a ocuparse / Moisés Domínguez

Se trata del más ambicioso plan de construcción de unidades de enterramiento que se recuerda y que, a lo largo de cuatro años, generará 1.800 nichos, «un plan muy trabajado, que comprende desde 2024 a 2028» en palabras, el pasado verano, del concejal Carlos Mundina. 

Extremadamente feo

Dos rasgos llaman la atención de esta operación. Por una parte, la estética. Son construcciones extraordinariamente básicas, destinadas a maximizar el espacio. Dicho de otra forma, un tetris sin margen para la imaginación o el arte. Si el Sector 3 ha permitido a València disponer del «mejor cementerio de España», la Sección 21 es, seguramente, de las más feas que se pueda imaginar. Las ampliaciones de los últimos años ya dejaban poco margen a la estética. Por ejemplo, el sector 20 -el inmediatamente anterior- construyó una pirámide de cenizas, rodeada de un jardín y ahí se acabó lo agradable a la vista. A partir de ahí, construcciones y más construcciones acolmenadas, que se repiten en el 21, donde sólo el cementerio judío y el musulmán rompen la monotonía de la despersonalización. Lo que se puede ver ahora son enormes prismas rectangulares despersonalizados. Sin ni siquiera un cierre abovedado -los pocos nichos antiguos que pueden verse abiertos tiene un punto artístico de ladrillos formando un arco-. 

En apenas un par de años habrá que pensar ya en ampliar el Cementerio General. Para ello habrá que derribar el muro que lo cierra -apenas una plancha de cemento- para ocupar más terreno en dirección a las cocheras de la EMT. 

En dos meses y medio se llena un bloque

Los datos de las fechas de fallecimientos no engañan: cada bloque tarda, aproximadamente, dos meses y medio en completarse. A este paso, en menos de dos años se habrán llenado los espacios que ahora se construyen de forma acelerada. Tanto es así, que en la actualidad ya se está procediendo a dar sepultura en construcciones donde el cemento casi acaba de ponerse. Las nuevas parcelas se ocupan a marchas forzadas. 

La última zona en construcción. A la derecha, el muro que señala el final del Sector 21

La última zona en construcción. A la derecha, el muro que señala el final del Sector 21 / Moisés Domínguez

¿Se va a quedar València sin sitio para enterramientos? Evidentemente, no, pero durante esta legislatura habrá que empezar ya a pensar en tomar decisiones. La totalidad del camposanto está lleno de nichos con la pegatina «Avis per a exhumar», que anuncia a los herederos que, o se renueva la concesión o se retiran los restos, que pasan a la fosa común. Eso deja un hueco disponible. Es la razón por la que, aunque existe una cierta cronología en los sectores, de repente aparecen enterramientos recientes en lugares, por ejemplo, de hace cincuenta años. Pero ahora hay espacio garantizado para una respetable cantidad de tiempo, aunque sea feo.

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