Las chabolas que ahora se salvaron de la Dana destructora
Cientos de viviendas marginales asentadas junto al cauce del Turia desaparecieron en las riadas de 1949 y 1957 en contraste con las actuales, que han vivido la Dana en la más absoluta de las indiferencias
Salvo unos barrios del sur, la ciudad de València se ha librado de los efectos de la Dana precisamente por culpa de otra Dana, la de 1957, que llevó a acometer la Solución Sur, el desvío del Turia a un lecho alejado del centro, convirtiendo el viejo cauce primero en un espacio yermo y después en uno de los jardines más emblemáticos de Europa. Tanto es así, que el aspecto en la jornada del martes era poderosamente llamativa: mientras la desolación campaba apenas un par de kilómetros más al sur, el lecho mostraba imágenes rutinarias. Tan sólo algunos charcos que evidenciaban la escasísima lluvia caída en las calles. Por lo demás, lo habitual: gente paseando o haciendo deporte.
"Todo muy tranquilo"
Pero si hay un sitio que podría haber repetido las escenas de hace dos generaciones son las del tramo final del río. Tanto en 1957 como en 1949, las últimas grandes acometidas del Turia a su paso por la ciudad se llevó vidas a cientos procedentes de los asentamientos chabolistas. Existían entonces y se han multiplicado ahora. El río es lugar de residencia de numerosas personas sin techo y todas ellas han pasado la Dana como si no fuera con ellos.
"Nada, nada. Todo muy tranquilo" dice concisamente uno de las personas acampadas junto al Gulliver. Allí, debajo del Puente del Ángel Custodio, hay una auténtica residencia, con camas y hasta saloncitos. Todo sigue exactamente igual.
Cientos de chabolas actuales
Pero si hay un lugar a quien el Plan Sur debe la vida, ese es el antiguo circuito de Fórmula 1, que ha amanecido como si nada pasara: con cientos y cientos de chabolas ocupando esta gran parcela. Ni una gota de más. El río tiene ahí un caudal artificial, procedente de vertidos y, en sus márgenes, la gran explanación del desaparecido circuito y una zona de vegetación salvaje, pendiente de urbanizar como Parque de la Desembocadura.
La de 1949 es la conocida como "Riada de las Chabolas", de la que acaban de cumplirse 75 años, que fueron arrasadas cuando el río, desbordado y furioso, cruzó la ciudad. Algo que se repetiría poco después, en 1957, en "La Riada". Tanto en un caso como en otro, el río estaba lleno de viviendas precarias, por miles, de personas que malvivían en la ciudad buscando una oportunidad.
Parámetros parecidos, salvando las distancias, al actual, en el que población migrante se arracima a la espera de no se sabe qué pueda ocurrir mañana. Sirva el ejemplo que aquella avenida del 57 arrasó el cercano Cementerio del Grao -ahora con los muros exteriores grafiteados- y sacó ataúdes de sus nichos de pura fuerza. Justo al lado empieza la ciudad anónima.
Ignorantes seguramente de la historia de la ciudad donde viven o malviven ahora, una obra de ingeniería inconcebible -aquella que se sufragó a base de sellos de 25 céntimos- les haya salvado la vida.
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