El daño al turismo

"Creen que València está devastada"

Los negocios de hostelería del centro reconocen que la zona turística está aún muy lejos de los niveles anteriores a la dana, confundidos con la idea de que «València» es la que ha sido arrasada

A pesar de la presencia de cruceristas, la estampa de terrazas semivacías en la plaza de la Virgen son un escenario inusual en unas jornadas donde lo normal es que haya un lleno absoluto.  | FOTOS DE EDUARDO RIPOLL

A pesar de la presencia de cruceristas, la estampa de terrazas semivacías en la plaza de la Virgen son un escenario inusual en unas jornadas donde lo normal es que haya un lleno absoluto. | FOTOS DE EDUARDO RIPOLL

Moisés Domínguez

Moisés Domínguez

València

Tiempo atrás, el aspecto que envolvía este fin de semana a la ciudad de València habría sido considerado como un ambientazo en toda regla. Pero la sensación de puertas hacia adentro no es ni mucho menos esa. Cuando la ciudad se ha puesto al servicio del turismo masivo, y de él dependen ahora tantos puestos de trabajo, especialmente en el centro, la normalidad está aún lejos.

Aspecto de la plaza de la Reina el doingo a mediodía.

Aspecto de la plaza de la Reina el doingo a mediodía.

Porque no es normal encontrar sitio de sobra en las terrazas. O que la catedral no tenga las colas kilométricas de no hace tanto tiempo. O la diferencia, en la plaza del Mercado Central, entre transitar con apreturas y no poder transitar.

València se recupera demasiado lenta

València se recupera demasiado lenta

Comerciantes y autoridades lanzaron ya el mensaje hace unas semanas. Y aún está por recuperar. Y no se trata sólo del bajón de la ocupación hotelera, sino de la barata. Uno de los trabajadores de una oficina de cambio de moneda ejemplifica. «Tenemos personas que tienen apartamentos de alquiler por la zona y vienen pero para hablar. Y cuentan que están teniendo cancelaciones de enero y de febrero incluso».

¿La razón? València. La generalización. «Lo que se cree fuera es que València está devastada. La gente se ha quedado con la idea de que las casas destrozadas, los coches, los fallecidos... ha sido en València». No se habla de Alfafar en Italia ni de Benetússer en Alemania.

Se preveía que el fin de semana fuera mejor que el anterior y peor que el siguiente. Las opiniones son dispares, pero coincidentes en que «estamos muy lejos de lo que había». En una de las tiendas de souvenirs de la calle San Vicente, puente entre grandes plazas, aseguran que «el tema está mejor que la pasada semana, pero porque las anteriores han sido muy flojas». Y en una de las cafeterías de la plaza de la Virgen no ocultan la decepción dominical.

«Pensábamos que iría bien, porque el sábado mejoró y el domingo, con buen tiempo, debía haber sido bueno, pero nada de eso». Es verdad: hay muchas mesas disponibles en la hora punta.

Hay señales de ambientación. Guías turísticos y cruceristas de procesión. Trolleys tirados por jóvenes camino del apartamento turístico de turno. En la plaza del Ayuntamiento hay una escuela de baile junto al contenedor de la Mostra Cinema del Mediterrani, que allí sigue. La plaza de la Virgen, tradicionalmente parque temático de las protestas, son ahora un monotema, aprovechado por todo tipo de plataformas para criticar a los poderes. A su lado, el vendedor de retratos de Frida Kahlo y el vendedor de gorras chulapas. Infatigables haya crisis de visitantes o no.

El pasado viernes por la noche, la Asociación de Comerciantes hizo un llamamiento para celebrar la Navidad, como elemento dinamizador, pero esto va más allá. Esto es el turismo internacional. «Necesitamos el maratón del domingo. No ya por los que vengan, sino por lo que puedan contar».

Veinte mil mil extranjeros, con cinco mil franceses, dos mil quinientos británicos, dos mil italianos... son los que llegarán durante el fin de semana y aún se verá a muchos de ellos el lunes. «Todo lo que pongan, lo que publiquen o lo que cuenten será importante para demostrar que en València se está bien».

Esta semana se prevé que se anuncie la estrategia para la Navidad. La ciudad no se moverá bajo la politología de Facebook de que «en lugar de poner luces, que lo destinen a los damnificados», pero será con perfil bajo y con perfil homenaje.

La batalla del turista -la batalla por mantener la habitual riada humana- está lejos de volver a lo que fue. «Pues si no mejora...»

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