La pesadilla del bibliotecario de La Torre: "Subí a una mesa y me tapé con periódicos"
Los funcionario del Ayuntamiento de València abandonaron su puesto de trabajo dos minutos antes de que llegara la barrancada
Uno de ellos se despierta cada noche con el recuerdo de estar atrapado en su vehículo
Este servicio municipal es el único que queda por reabrir

Destrozos en la biblioteca Joan Churat i Saurí tras el paso de la dana (imagen de archivo) / Levante-EMV

Mes y medio después de la fatídica barrancada la biblioteca de La Torre sigue sin poder reabrir. De hecho, es el único servicio municipal que no ha recuperado la actividad. El caudal de la rambla del Poyo llegó con extraordinaria fuerza a este bajo de 97 metros cuadrados ubicado en la calle Castell de Cullera, un local que los trabajadores habían abandonado solo dos minutos antes del impacto.
El 29 de octubre, Raúl y Alberto cerraron la biblioteca Joan Churat i Saurí a las 19.50 horas, como cada martes. Llevaban un rato largo siguiendo la evolución del temporal a través de las noticias y los vídeos que les iban llegando. Raúl propuso dos veces cerrar a las 19 horas y dar las explicaciones pertinentes el miércoles, pero Alberto consideró que no merecía la pena, que por 50 minutos no tenía sentido dejar el puesto de trabajo. Nadie les avisó del verdadero peligro. El barranco se desbordó a 3,5 kilómetros.
Concluida la jornada, Raúl tomó el puente de José Soto Micó en dirección a València y Alberto condujo hacia Paiporta, pero en sentido contrario avanzaba un tsunami canalizado por la carretera de Alba. “A las 19.52 una ola levantó mi coche y me empotró contra la pared”, recuerda este funcionario del Ayuntamiento de València. “Cuando el coche volvió al suelo seguía en marcha, así que busqué la protección de una finca. Subí a una acera y me quedé ahí parado”.
No aguantó demasiado. El agua empezó a anegar el coche, en apenas tres minutos ya le llegaba por las rodillas. En ese momento el vehículo se paró y el sistema eléctrico dejó de funcionar, impidiendo abrir desde dentro las puertas o las ventanas. Se quedó atrapado en su propio coche. “Mi puerta además estaba bloqueada por una farola. Cogí un destornillador de la guantera y abrí un poco la ventanilla del copiloto. Conseguí forzarla con las manos y por ese hueco salí”, rememora Alberto.

La biblioteca de La Torre anegada de lodo / Levante-EMV
Una vez fuera intentó refugiarse en un edificio de Sociópolis. Los vecinos no querían abrir por miedo a que les entrara agua, pero la riada forzó la entrada y Alberto entró dando volteretas. Ahí aguantó hasta las 3 de la mañana, momento en que decidió volver a la biblioteca. Fue nadando y clavando los pies en el fango hasta llegar al local. “En la biblioteca me subí a una mesa, me quité la ropa empapada, me tapé con unos periódicos y encendí las luces para esperar a los bomberos, que llegaron un poco antes de las 7 de la mañana”, narra Alberto.
El espacio con 26 puestos de lectura y un punto de acceso a internet alojó un metro y medio de agua. De los 4.500 libros –mayoritariamente de narrativa– se salvaron muy pocos, aquellos que descansaban en la parte alta de las estanterías. El servicio necesita recuperar la dotación de libros y el edificio requiere obras de reparación tras haber sido golpeado por la gota fría del siglo.
Suministro de libros y obras estructurales
A fin de restituir el material bibliográfico el ayuntamiento ha adjudicado un contrato menor –con una oferta más IVA de 5.720 euros– a la Librería Soriano, que deberá aportar los volúmenes acordados antes del 31 de diciembre. En cuanto a las obras, se licitarán mediante contrato de emergencia y al adjudicarlas el ayuntamiento informará sobre el plazo de reapertura. Muchos vecinos de la pedanía del sur ya han manifestado su deseo de su biblioteca abierta, pues además de ofrecer libros funciona como lugar de encuentro.
Sin embargo, más allá de lo material hay una segunda reconstrucción tal vez más compleja. “Yo estoy de baja con ayuda psicológica por aquello”, cuenta Alberto. “Nunca había estado de baja, mi intención era reincorporarme enseguida al servicio –en otra biblioteca– pero los médicos me dicen que están viendo crisis postraumáticas después de la dana y mejor no ir con prisas. Yo me encuentro bien, pero me desvelo todas las noches a las 3 de la mañana con el recuerdo de estar encerrado en el coche y no poder salir”.
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