El ocaso de los clubes de jubilados en València

Los centros de Unión Democrática de Pensionistas nacieron a finales de los 70 para que los mayores pudieran socializar. València llegó a tener 25, pero hoy quedan cinco después de que la concejalía de Vox haya retirado algunas ayudas

Los mayores en el centro UDP de la calle Cuenca 80, recientemente cerrado por la pérdida de ayudas

Los mayores en el centro UDP de la calle Cuenca 80, recientemente cerrado por la pérdida de ayudas / L-EMV

Claudio Moreno

Claudio Moreno

Los clubes de jubilados de València se aproximan a su extinción. Los centros adscritos a la Unión Democrática de Pensionistas se crearon a finales de los años 70 para mejorar la convivencia de sus socios mediante la organización de actos, actividades recreativas y culturales. Eran los nuevos refugios de la quinta del cinquillo tras décadas de cerrazón franquista, agrupados bajo una fuerza asamblearia que aprovechaba la recién estrenada democracia para representar a los mayores en los círculos políticos. 

La UDP se constituyó provincialmente en València con sede en el Ateneo Marítimo de calle de la Reina. Nació con independencia de cualquier tendencia política o creencia religiosa y sin carácter discriminatorio alguno, en defensa del aspecto humano y los intereses económicos y sociales de los jubilados y pensionistas. La ciudad llegó a contar con unas 25 sedes para que los pensionistas de todos los barrios pudieran socializar. Fue antes de que el ayuntamiento articulara la red municipal de 51 centros de mayores, cuya actividad, aunque compatible, empezó a desinflar el empuje de los clubes instalados en bajos. 

A principios de 2024 quedaban nueve centros repartidos por la ciudad, pero la concejalía de Mayores en manos del concejal José Gosálbez, de Vox, les dio una mala noticia: el ayuntamiento dejaría de pagar el alquiler de cuatro sedes a final de año, alegando que los cuatro locales comportaban un desproporcionado gasto de «120.197 euros anuales, importe que pudiera ser destinado a otros fines que resultan de prioritarios para la delegación de Mayores». 

Como resultado de esta decisión los cuatro bajos han tenido que cerrar. «En ellos se ayudaba y se proporcionaba entretenimiento a los mayores. Jugaban al bingo, al ajedrez, al dominó, al parchís. Hacíamos excursiones, en algunas épocas teníamos peluquería muy barata, podólogo, de todo», resume Vicente Luis Rubio, presidente de UDP en la ciudad de València, sobre centros con hasta 200 socios y más de 40 años de trayectoria. 

Rubio, consciente de que los alquileres de los bajos cerrados estaban firmados a muy alto coste -«se hicieron hace muchos años y alguien habrá salido ganando con ellos»-, intentó negociar alternativas con el ayuntamiento. «Ellos tienen muchos locales vacíos y les pedí una cesión, o buscar yo plantas bajas de las muchas que hay en València y trasladarnos allí». La negociación no llegó a buen puerto y el diálogo con la concejalía voxista terminó completamente rota. 

Recorte en la subvención

De hecho, el recorte no solo ha llegado a los alquileres. La UDP venía recibiendo con el Rialto una subvención anual de más de 19.000 euros para gastos de mantenimiento de los centros, pero Vox la ha adelgazado a 12.000 euros. «Hemos sido maltratados, desahuciados y humillados», lamenta Rubio. De momento, las cinco sedes de la UDP que costean sus alquileres con las cuotas de los socios -pagan unos 15 euros anuales- siguen abiertas, pero la perspectiva es desalentadora. 

Lo es en general para cualquier forma de organización del colectivo, pues los 51 centros de mayores municipales también han chocado con la delegación de Gosálbez. Los presidentes de estos centros han firmado una carta, que presentarán mañana por registro de entrada, censurando la imposición de trámites telemáticos y el recorte en los talleres y el personal de ayuda.  

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