El concurso para abrir un albergue de 50 plazas en València queda desierto
Las oenegés descartan asumir el nuevo recurso municipal debido a la "inestabilidad" del contrato, el perfil de usuario y el momento en que se licita
Este alojamiento es el primero de los tres nuevos centros que el ayuntamiento proyecta abrir para atajar la emergencia social de la ciudad

Sinhogarismo en el viejo cauce del río Turia / Miguel Angel Montesinos

La emergencia social sigue siendo uno de los principales problemas de València. El viejo cauce del Turia se ha poblado de tiendas de campaña a lo largo de sus casi diez kilómetros de jardín y muchas otras zonas de la ciudad esconden colchonetas, sacos y cartones que reemplazan precariamente la comodidad de una cama. La concejalía de Servicios Sociales reconoció a Levante-EMV haber "detectado un problema" de sinhogarismo en la ciudad con dos perfiles prevalentes: migrantes sin red de acogida y nacionales con situaciones personales delicadas.
De cara a frenar esta situación creciente la edila Marta Torrado anunció la creación de cuatro nuevos albergues en la ciudad. Uno de ellos sería el Centro de Emergencias Sociales (CAES) de la calle de Santa Cruz de Tenerife, ya creado y reconvertido en alojamiento estable; los otros tres centros de alojamiento urgente se crearían tras firmar un convenio con entidades sociales, encargadas de decidir el emplazamiento y habilitar los edificios ya construidos pero sin el uso pretendido. València busca abrir los cuatro centros en 2025 y organizarlos según los perfiles de las personas sin hogar: mujeres, migrantes jóvenes, mayores con patologías, etc.
Para ello, el ayuntamiento sacó a finales de diciembre del año pasado la licitación del primero de los centros, un recurso de 50 plazas para personas vulnerables con un presupuesto base de 1,2 millones y una duración de contrato de dos años, prorrogables a otros dos –2.507.498 euros en total–. El trámite se hizo de urgencia debido a la situación descrita y el recurso buscaba dar cobijo a 50 hombres que actualmente se encuentran en situación de calle pero no presentan adicciones ni patologías mentales. Sin embargo, el concurso ha quedado desierto al no haberse presentado ninguna oferta.
Preguntadas por su ausencia, varias entidades sociales asentadas en València esgrimen varios motivos para dejar pasar la oferta del consistorio. Por un lado, señalan que el contrato de dos años es demasiado corto para la gestión de un recurso tan importante. “La Generalitat cuando concierta algo lo hace con más tiempo, por ejemplo. Esto sería un albergue de grandes dimensiones, con un volumen de 50 personas, gestionado con un contrato que solo ofrece inestabilidad. Dos años son pocos para un albergue de esa envergadura, ¿después qué haces?¿Volver a concertar?”, se preguntan.
"Albergue a la vieja usanza"
Asimismo, las oenegés recelan sobre el perfil de las personas que se busca atender en el nuevo recurso. “El perfil que atendemos mayoritariamente las entidades es el de las personas que dejaría fuera ese albergue. Es decir, quienes presentan adicciones o patologías mentales. Cuando alguien se queda en la calle por una situación de vulnerabilidad sobrevenida y no por tener un perfil de exclusión, lo que necesita esa persona es una vivienda o una habitación barata, no un albergue. Cuando alguien pierde la casa por no poder pagarla lo último que quiere hacer es meterse ahí”, continúan. "Lo que proponen es un tipo de albergue a la antigua usanza, no por donde vamos las entidades hoy en día. Buscaban acoger a personas en la fase inicial de urgencia durante las dos primeras semanas de competencia municipal, tenerlas ahí ese plazo corto y después pedirles salir fomentando la rotación".
Finalmente, hay un tercer motivo de peso para eludir el contrato y tiene relación con el momento en que se ha licitado: en plena reconstrucción de la dana. Las entidades sociales están volcadas en la emergencia derivada de la tragedia del pasado 29 de octubre y no tienen capacidad –ni tiempo– para asumir un proyecto de tales exigencias. “Quizás habría que planteárselo de otro modo. Si una administración necesita abrir un albergue, tal vez debiera asumirlo como propio, con espacio y personal municipal, y no delegar las competencias a una entidad privada, aunque estemos hablando del tercer sector”, cierran.
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