Vecinos de la "milla de oro" atrapados en tierra de nadie de los apartamentos turíticos de València
Los vecinos de los barrios de Sant Francesc, Xerea y la plaza del Patriarca-Poeta Querol reclaman protección para el uso residencial y consideran "discriminatoria" su exclusión de los límites que fija tanto el Plan de Ciutat Vella como la nueva normativa de usos turísticos
La Asociación de Vecinos Universidad advierte: "nos están reventando de turistas, el barrio se muere»

Los apartamentos turísticos se han convertido en un quebradero de cabeza para la ciudad. / G. Caballero
La regulación de los apartamentos turísticos en València ha dejado en tierra de nadie a los vecinos de los barrios de Sant Francesc, parte de la Xerea y el entorno de la plaza del Patriarca y Poeta Querol, la conocida como «milla de oro» del comercio de la capital valenciana. Además de tiendas de lujo y oficinas, allí quedan muchos edificios de uso residencial cuyos vecinos aseguran que con la ausencia de limitaciones a los usos turísticos con el argumento de que es una zona muy terciarizada «nos va a convertir en un barrio muerto, nos están reventando», aseguran. En las manzanas delimitadas por las calles San Vicente, Paz y Barcas no rige la prohibición para los apartamentos turísticos del Plan de Ciutat Vella, impulsado por el anterior gobierno progresista, que se aplican en el Carmen, la Seu, el Mercat y el Pilar, pero no en Sant Francesc y parte de la Xerea, donde se permite la apertura de hoteles y apartamentos turísticos en edificios enteros. Esta excepción, denuncian los vecinos, ha disparado las obras de transformación de fincas enteras en apartamentos para turistas y compromete la convivencia y la vida del barrio.
La Asociación de vecinos Universidad ha reclamado sin éxito en dos reuniones con el actual concejal de Urbanismo, Juan Giner, que no se dejen fuera de las restricciones a los apartamentos turísticos estos barrios de Ciutat Vella. Los vecinos ya alegaron en este sentido al plan de Ciutat Vella y ahora lo han vuelto a hacer en el proceso de exposición pública de la modificación de las normas urbanísticas que impulsa el actual gobierno que establece hasta cinco límites a los usos turísticos (entre ellos, no superar el 2% del total de viviendas del barrio ni el 8% de la población) en toda la ciudad, excepto en Ciutat Vella, donde rige el plan ya aprobado. La exclusión de Sant Francesc y la Xerea de las restricciones «es incongruente y discriminatoria», asegura en las alegaciones la presidenta de la asociación, Lourdes Blázquez, que reclaman «la misma protección para el uso residencial que en el resto de la ciudad». Da la impresión, aducen los vecinos, «de que con la exclusión de nuestro barrio de la protección municipal se haya dado por perdida a esta parte de la ciudad, y como ya está saturada no importe que lo esté todavía en mayor medida», apuntan los vecinos.
«Entendemos que tiene que haber hoteles pero no todos tienen que estar aquí»
La asociación recuerda además las continuas agresiones al patrimonio histórico de un entorno monumental de primer nivel, donde se encuentran desde la histórica Universidad de la Nau, las Iglesias del Colegio del Patriarca, San Martín, cuya portada de piedra está dañada por el paso constante de vehículos de reparto y de bicis, pese a ser una zona peatonal, y San Juan de la Cruz; el Palacio de Boil Arenós, el del Marqués de Dos Aguas, protegido con lonas después de que un camión de reparto impactara en su fachada barroca; y el Teatro Principal. «Pero no se trata solo de proteger los edificios sino la identidad de los barrios», recuerdan los vecinos. «Somos muchas familias las que vivimos aquí».
En un recorrido por el entorno de la plaza del Patriarca, la Paz y San Vicente, la vicepresidenta de la asociación, Trinidad Castaño, muestra a Levante-EMV la elevada concentración de hoteles y edificios de apartamentos turísticos construidos o en proceso, como el Café Madrid, en la calle Abadía San Martín, el que fue lugar de encuentro de intelectuales y artistas convertido hace unos años en hotel de cuatro estrellas. En la calle Cruz Nueva, al lado de plaza del Patriarca un inversor ha comprado cuatro edificios para transformarlos en un nuevo hotel. En esta zona de la ciudad, donde llaman la atención las casas señoriales y palacios, abundan las lonas y contenedores de obras «Muchos de esos edificios que vemos en obras serán apartamentos turísticos, aunque no hay carteles que lo indiquen». En la calle San Vicente, esquina con San Martín se proyecta un nuevo edificio de apartamentos, enfrente ya hay otro edificio en obras. A pocos metros, en la esquina de San Vicente con Mª Cristina el edificio residencial que la familia Santos, dueños del hotel de cinco estrellas de las Arenas, quiere transformar en hotel y que varios propietarios octogenerios han conseguido bloquear de momento en los tribunales.
Una docena de hoteles
«Entendemos que tiene que haber hoteles y apartamentos turísticos, pero no todos tienen que estar aquí», apunta la vicepresidenta de la asociación. En ciudades como Amsterdam solo se permite abrir un nuevo hotel cuando se cierra otro. Son medidas que se podrían incorporar en València, apuntan. Los vecinos han contabilizado una docena de hoteles en una superficie demasiado pequeña. A la de por sí elevada concentración de hoteles se han sumado en los últimos años los edificios de apartamentos turísticos que han proliferado en las calles Salvá, Comedias, la Nave, Vestuario, Bonaire, Libreros, Miñana, Paz, Luis Vives, o la plaza de Margarita Valldaura. Una presión dicen que se verá agravada por la falta de restricciones.
Los vecinos reclaman, por todo ello, mayor protección para los usos residenciales en la zona. «Son barrios ya muy saturados y escasos de vivienda, como para que las pocas que existen se transformen en negocios que excluyen y expulsan al vecindario». «La poca vivienda que queda se ha ido convirtiendo en apartamentos turísticos que han transformado el comercio del barrio, encarecido el acceso a la vivienda y la vida en general, propiciado el éxodo de los vecinos y potenciales residentes a otras zonas y creado problemas de convivencia por el ruido y la suciedad generados por la elevada concentración de turistas". "Esto era un barrio familiar con comercio de toda la vida, joyerías, pastelerías y tiendas de ropa que se están cerrando para poner franquicias". "Es una invasión", aseguran.
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