Un vertedero y un parking irregular se comen 22.000 m2 de huerta en Faitanar

Un poblado chabolista se multiplica en unos terrenos abandonados y las alquerías aledañas piden una intervención social. Al lado, una empresa de buses se queda sin el plácet ambiental

La dana tiró los muros de una campa de Acciona dejando al descubierto un vertedero ocupado

La dana tiró los muros de una campa de Acciona dejando al descubierto un vertedero ocupado / J.M.López

Claudio Moreno

Claudio Moreno

València

La huerta del sur de València tiene su particular triángulo de las Bermudas, una porción delimitada por el cauce del Turia, la CV-36 y las vías del tren donde todo son complicaciones. La más importante, el asentamiento rodeado de infinita chatarra que ocupa 14.200 metros cuadrados de terreno, propiedad de Acciona. 

El problema viene de lejos. La empresa de infraestructuras y energías renovables se instaló en la campa de la pedanía hace varias décadas y habilitó un almacén que tiempo después se quedó pequeño, de forma que abandonó el complejo integrado por dicho almacén y algunas edificaciones abiertas. Desprotegido el complejo, hubo quien desvalijó las instalaciones quitando las vigas y pilares de edificaciones de dos plantas, hasta el punto de que la empresa se vio obligada a derribarlo todo para que no se venciera sobre quienes saqueaban el complejo. Y así quedó durante años, como un solar rodeado por un muro de cemento.  

Sin embargo, la dana derribó el muro y dejó a la vista el terreno. Un puñado de familias trata de sobrevivir en el solar, donde acopian cualquier cosa que puedan vender al peso. Se trata de una población inestable, con mucha rotación, que empezó residiendo en tiendas y ha pasado a levantar chabolas fijadas contra el único muro que queda en pie. Los vecinos de la pedanía cuentan que el mar de residuos ha crecido después de la dana, dado que los habitantes del subbarrio recogen material en las campas de residuos habilitadas tras la barrancada. El asentamiento está formado por unas 30 personas con niños y niñas en edad escolar.  

Según explican desde el Ayuntamiento de València, la empresa propietaria de los terrenos denunció la ocupación ilegal a la Guardia Civil, pero esta no pudo desalojarlos por encontrar menores asentados en ellos. Asimismo, los Servicios Sociales han intentado intervenir en una situación de evidente vulnerabilidad pero las familias han rechazado la asistencia. Las mismas fuentes municipales explican que, llegados al punto de bloqueo, su actuación pasa por enviar a patrullas de la Policía Local para que controlen la zona y avisen a la propiedad si se desaloja la campa. En ese improbable escenario Acciona limpiaría la basura y vallaría su propiedad. 

Crece el chabolismo en un terreno de Faitanar

Crece el chabolismo en un terreno de Faitanar / J.M.López

Improbable porque lejos de vaciarse, el campamento no para de crecer. Así lo describen las tres familias residentes de la Alquería Maroto, construida en el siglo XVI y dividida en tres viviendas -la última de finales del siglo pasado-, que llevan años denunciando la situación a los propietarios del terreno o el consistorio y de vuelta solo recibe silencio administrativo. «Aquí se prenden fogatas y se acumulan toneladas de basura sin que pase absolutamente nada. Es peligroso para todo el mundo, ¿cómo permiten algo así?», se preguntan.

100 buses escolares en entorno protegido

Pero el vertedero no es el único conflicto planteado en este trozo de huerta valenciana. El Diari Oficial de la Generalitat Valenciana ha publicado recientemente la resolución de informe ambiental desfavorable a la propuesta de modificación puntual del PGOU de València para convertir una parcela en dotacional. Se trata de un terreno de 8.000 metros cuadrados utilizado por una empresa de autobuses para aparcar 100 autobuses utilizados para transportar diariamente a 6.000 niños a sus respectivos centros escolares. La empresa pedía regularizar el terreno como aparcamiento para poder hacer las mejoras pertinentes, pero la Comisión de Evaluación Ambiental ha contestado que la parcela se encuentra en el ámbito de protección del PAT de la Huerta de València junto a tres elementos patrimoniales arquitectónico, de forma que no procede convertir el suelo en dotacional. 

Más allá de la cuestión legal, este triángulo de asfalto rodeado de huerta productiva al sur de València expone dos problemas. El primero y más importante tiene que ver con el sinhogarismo, un drama social en aparente crecimiento y en este caso de espaldas a la ciudad. El ayuntamiento acaba de licitar de urgencia la gestión de un albergue de 50 plazas y el concurso ha quedado desierto. El segundo está relacionado con el abandono de la huerta valenciana, primero regada de la basura que arrastró la riada y después desprotegida tras la modificación normativa introducida por el Consell. 

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