Saragossà responde a los exalumnos que le piden no avalar el cambio de topónimo de València
El académico de la AVL encargado de elaborar el informe técnico para la nueva denominación con acento cerrado ("Valéncia") alega que Compromís y PSOE impulsaron una medida importante sin la transversalidad necesaria

Cartel de entrada a la Avenida del Cid con el topónimo de Valencia en castellano / Fernando Bustamante

El debate en torno al cambio de topónimo de València no cesa. Después de que el gobierno de Catalá encargara el informe de aval de dicho cambio al académico Albelard Saragossà, miembro de la Acadèmia Valenciana de la Llengua desde 2016, defensores del acento abierto en la denominación "València" y del acento cerrado en "Valéncia" han ido tomando posiciones en la conversación pública con argumentos que van de lo técnico a lo emocional. En ese choque, una de los gestos más significativos llevaba la firma de los antiguos alumnos de Filología Catalana de Saragossà, que publicaban una carta pidiendo a su profesor no ayudar en su al gobierno de PP y Vox en su propósito porque, en sus palabras, solo “tienen como objetivo exterminar el valenciano y la cultura de los valencianos”.
Pues bien, Saragossà ha pagado a dos de sus alumnos con la misma moneda. Ha escrito una extensa carta dirigida a “Marc y Juli” donde desgrana una parte del documento que aportará al ayuntamiento, concretamente aquella en la que analiza la actuación del Botànic en materia lingüística. El académico lamenta que “la memoria del valencianismo suele ser muy corta” e invita a sus alumnos a mantener un diálogo sobre los aspectos de discrepancia. Acto seguido analiza –en valenciano– el papel de los partidos de izquierdas.
En su informe, Saragossà explica que después de la dictadura, el Ayuntamiento de Valencia ha tenido una larga historia en el tema del nombre de su población. Del periodo de gobierno del PSOE (1979-1991) dice no conocer ninguna iniciativa para regular el nombre del Cap i Casal. "El nombre oficial era “Valencia”, grafía que no es valenciana porque implica que la sílaba tónica sería ci (Valencia), similar a valent-valentia. El hecho de estar gobernando 12 años sin adaptar el nombre Valencia al valenciano debe ser una consecuencia de la fractura social valenciana de los 70 y 80, causada por la supeditación del valenciano y de los símbolos valencianos a la división “derecha / izquierda”, señala el filólogo.
Seguidamente, Saragossà indica que a los 5 años de gobernar el PP (1991-1996), el pleno municipal aprobó de manera unánime un reglamento de normalización del valenciano, el cual tardó otros 9 años en ser recogido por el BOP. En 25 años, dice el miembro de la AVL, no se conoce propuesta alguna para valencianizar el nombre de la capital. Además remarca que cualquier intento de cambio requiere un apoyo mayoritario en base a la aportación de argumentos objetivos y “evitar el sectarismo”.
En 2015 cambia el gobierno municipal y se produce un punto de inflexión. Saragossà recuerda que Compromís y PSOE iniciaron los trámites para regularizar el nombre de la ciudad en marzo de 2016. “La propuesta fue cambiar Valencia por València sin basarlo en ningún estudio”. El cimiento, señala, era que la AVL usaba esa grafía en el Corpus Toponímic Valencià, la cual aparecía además en el logotipo de la institución, que fue cambiando con los años. Para el lingüista el baile de logotipos y un Corpus sin aval de la AVL no justificarían dicha modificación, más aún cuando se hizo “sin acuerdo transversal”.
El lingüista considera que el hecho de no buscar cambios consensuados significa supeditar la identidad valenciana a las necesidades particulares de dos partidos políticos, lo cual "no contribuye a superar la fractura social valenciana". Y añade: "Si el nombre del Cap i Casal y el modelo lingüístico están vinculados a objetivos de la izquierda valenciana, la derecha podrá tener tres reacciones: (1) es preferible la forma de la ortografía del castellano, (2) no usar el valenciano para evitarse problemas, (3) como consecuencia, actuar como si el valenciano no existiera", señala el informe.
"Pedir la sustitución de Valencia por València con el 51% y con las características dichas hacía previsible que, cuando cambiara el gobierno del ayuntamiento, la nueva mayoría intentaría apartar “València". Esa posibilidad se volvió realidad en 2023", insiste Saragossà, y explica que cuando el ayuntamiento pide incorporar la forma adaptada al castellano no es necesario elaborar ningún informe, en cambio, si propone alterar la forma oficial, tiene que pedir a una persona que elabore un informe que justifique el cambio. Es ahí donde entra él.
Finalmente, el académico hace una serie de precisiones técnicas –contenidas igualmente en su informe– y termina su carta a los antiguos alumnos preguntándose si el documento que avalará el cambio de topónimo preguntándose si, antes las anomalías descritas, el informe sigue el camino de la ciencia o va por el camino de la ideología del autor. "Convendremos que una persona que ponga ser valenciano por delante de ser de derecha o de izquierda sentirá vergüenza por esa actuación (el cambio de topónimo impulsado por Compromís-PSOE) y procurará rectificar la injusticia", cierra el académico.
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