Las procesiones de Viernes de Dolor inician la Semana Santa con susto

Las vírgenes de los Poblats Marítims estuvieron a punto de no salir por el paso de la tormenta, mientras la Catedral cobra vigor con el Via Crucis

Accidentado inicio de la Semana Santa Marinera

Moisés Domínguez

Moisés Domínguez

Moisés Domínguez

València

La Semana Santa Marinera ya está en la calle. Y tal como manda el calendario, lo hace sacando de lo mejor de cada casa. Porque las Dolorosas son, sin duda, los pasos más espectaculares de la Pasión en la ciudad de València. Por estética y por sentimiento. Pero como si el destino quisiera gastar una broma pesada al calendario festivo, se empezó casi tal como se había finalizado la anterior cita. Si las Fallas estuvieron pasadas por agua, aquí empezaron de la misma forma. Además, con cierto retintín, puesto que las gotas de la borrasca Olivier empezaron a caer justo cuando terminaban los oficios religiosos y las imágenes se preparaban para salir. 

Y ya se sabe lo que ocurre con la Semana Santa y sus procesiones: que son totalmente incompatibles con el agua. Y que no tienen vuelta atrás: si no sales, no sales. Y eso es deprimente y nocivo para la moral. Y no digamos en las que salen a costal, como la del Cabanyal. Por eso, se esperó y se aguantó para dar una salida airosa al problema. De hecho, los colectivos se llamaron por teléfono para decidir que hacían. «¿Salimos? ¡Salimos!».

La Virgen salió finalmente para cubrir un recorrido acortado y para proteger talla y ropajes, se le puso un «chubasquero» antes de abandonar la protección del templo. En el caso del Cabanyal, en la Iglesia de los Ángeles. Preparados los granaderos y las autoridades para procesionar -aquí lo hicieron la edil de Fiestas, Mónica Gil, Juan Carlos Caballero, Mª José Ferrer, Santiago Ballester y Nuria Llopis, mientras que María José Catalá lo hizo en su Grau, del que es originaria, como Camarera Mayor Honoraria-. 

Entrada ya la noche, los aplausos se redoblaron cuando la imagen fue despojada de los plásticos para lucir en plenitud. 

La fiesta es marinera, pero la Catedral no se quiere quedar atrás y, casi simultáneamente, el Cristo de Nazaret y la Virgen Dolorosa de La Punta recorrían en silencio sus calles para sorpresa de los trasnochadores y ociosos del centro.

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