El Cabanyal: De la okupación a la gentrificación
El movimiento okupa que en su día se hizo fuerte en el Cabanyal se ha diluido en un barrio donde los precios de las casas no paran de escalar
Las ocupaciones están focalizadas y afectan sobre todo a viviendas de titularidad pública
La Sociedad Plan Cabanyal tiene una empresa de vigilancia para frenar la ocupación en los Bloques Portuarios

Viviendas de estilo modernista popular del Cabanyal recuperadas conviven con otras pendientes de rehabilitar que el ayuntamiento subasta / GERMAN CABALLERO
El gran problema que hace solo unos años representaba la ocupación ilegal de viviendas en el Cabanyal, con alrededor de 130 viviendas públicas y privadas ocupadas, tanto por personas vinculadas al movimiento antisistema como por familias vulnerables, es ahora un problema muy focalizado que ha pasado a segundo plano en la escala de preocupación de los vecinos. La seguridad urbanística que dio la anulación del anterior plan de la prolongación de Blasco Ibáñez, que partía en dos el barrio y derribaba más de 800 casas del conjunto protegido, y el nuevo plan de reconstrucción han sido, según explican fuentes de la Asociación de Vecinos del Cabanyal, el principal motor de la pacificación del barrio.
Las cifras más recientes de ocupación de Plan Cabanyal hablan de unas 60 viviendas ocupadas públicas y privadas. Más de la mitad están en el edificio de viviendas sociales de los Bloques Portuarios y son propiedad en su mayoría de la Entitat d’Habitatge (EVHA), dependiente de la Conselleria de Vivienda, y del ayuntamiento. Estos bloques, donde los ocupas son mayoritariamente familias vulnerables, están pendientes de derribo y realojo. Incluso en este degradado grupo de viviendas han puesto sus ojos los inversores con vistas a adquirir derechos en las nuevas viviendas de realojo.
La ocupación de propiedades privadas se ha reducido exponencialmente ante las elevadas sumas de dinero que los inversores ofrecen a los propietarios por las viviendas, muchas de las cuales acaban, una vez efectuado el desalojo judicial, en apartamentos turísticos. “Hemos pasado de la ocupación a la gentrificación”, comenta un veterano dirigente vecinal.

Viviendas municipales que siguen ocupadas en San Pedro / H.G.
De okupas a propietarios
El movimiento okupa llegó a tener hace poco más de una década su propia estructura en el Cabanyal, con un «hotel» clandestino que funcionaba en una casa del ayuntamiento de la calle Padre Luis Navarro donde en su día hubo un horno; un centro social «okupa»; una escuela de circo y hasta un bar «okupa», que solo abría en horario nocturno. Las dotaciones del movimiento okupa se concentraban en la zona cero de los derribos, la calle San Pedro, y su entorno cercano, donde la amenaza de los derribos erradicó la actividad comercial y los servicios. En la actualidad apenas queda nada de aquello salvo los rótulos o grafitis en algunas vivienda tapiadas.

Edificio okupado y ahora rehabilitado en Roger de Flor / H.G.
La okupación asociada a colectivos antisistema es prácticamente residual. Quedan algunas viviendas okupas en el númeo 27 de la calle San Pedro, donde también hay un bloque en el 23 ocupado en este caso por familias vulnerables.
Algunos líderes del movimiento se han instalado, ahora con título de propiedad, en el barrio tras adquirir alguna de las viviendas de titularidad municipal que en los últimos años, tras la derogación de la prolongación de Blasco Ibáñez, el ayuntamiento ha ido subastando con el objetivo de devolver a los vecinos que fueron expulsados la oportunidad de volver. Aunque quedan bastantes viviendas públicas por desocupar, en los últimos años se han recuperado otras muchas. Entre ellas un edificio de la plaza Lorenzo de la Flor que fue objeto de unos de los desalojos judiciales de Plan Cabanyal más sonados en la pasada legislatura y que ahora está totalmente rehabilitado.
El barrio avanza hacia la normalización, aunque hay todavía puntos negros de degradación asociados a la venta de droga como el cruce de la calle Pescadores con Padre Luis Navarro, la “esquina de las hogueras”, territorio relatan los vecinos de una narcotrafincante a la que apodan «la pantera».
Unas calles más arriba, en dirección a Serrería, las nuevas dotaciones públicas, como el taller de empleo y la escoleta infantil de Luis Despuig, el centro cívico de la calle San Pedro, cuya estructura imita las antiguas barracas, y otros espacios financiados con fondos del plan Edusi son ya una realidad o casi, que dinamiza el barrio.
Cada vez más extranjeros inversores
Sobre la oficina antiocupación que anuncia el nuevo gobierno de MªJosé Catalá, los vecinos del Cabanyal únicamente le ven utilidad si se destina a mediar con las familias vulnerables que siguen ocupando casas en el barrio. Lo más efectivo de momento ha sido la empresa de seguridad privada que ha contratado la Sociedad Plan Cabanyal y que a diario inspecciona los bloques portuarios para asegurarse de que no hay nuevas ocupaciones, donde hay unas 168 viviendas. Si se sorprende a alguien entrando en alguna de las casas la policía los puede desalojar «en frío» y siempre que no hayan pasado 48 horas. Con el contrato de vigilancia privada, el problema sigue pero no va a más.
Una pareja norteamericana ha pagado más de 300.000 euros por una casa para reconstruir
Los vecinos aseguran que el barrio del Cabanyal ha ganado mucho atractivo para vivir. «Nos podemos quejar hasta donde queramos de los apartamentos turísticos pero la llegada de inversores ha sido decisiva para cambiar la imagen del barrio y ayudar a su regeneración. Ahora hay que poner freno a la gentrificación». Las viviendas en el barrio están alcanzando precios solo asumibles por extranjeros, que representan ya el 26% de la población del barrio. Las operaciones de compra venta se cierran por teléfono y se firman por poderes. Una pareja de norteamericanos, residentes en los Ángeles, acaba de pagar 330.000 euros por una casas que estaba para tirar y reformar. Estuvieron un verano aquí y se enamoraron del barrio. Han firmado sin regatear.n
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