Doble ofensiva judicial y social para desalojar el asentamiento de Faitanar
La empresa propietaria del terreno solicita a la Audiencia Provincial que le permita limpiar el vertedero y el Ayuntamiento aborda con la Conselleria la situación de seis menores detectados por la policía

J.M. López

Cualquiera que circule por la CV-36 en dirección a València puede verlo. El asentamiento-vertedero que lleva diez años ocupando un solar de más de 14.000 metros cuadrados en la pedanía de Faitanar quedó a la vista después de que la dana tumbara el muro que lo cercaba y, hasta el 29 de octubre, ayudaba a ocultar una de las tragedias de la capital del Turia. Un mar de chatarra que cinco meses después de la barrancada sigue expuesto a cielo abierto y donde varias decenas de personas luchan cada día por sobrevivir.
Para muchos vecinos de la ciudad y el área metropolitana la realidad del asentamiento en expansión rodeado de toneladas de desechos fue revelada en octubre, pero las familias que viven en la alquería Maroto -construida en el siglo XVI y dividida en tres viviendas- llevan años denunciando la situación. Cuentan que el vertedero ha crecido con chatarra sacada de las campas de la dana, que a veces se prenden fogatas con riesgo de descontrol y que este trozo de suelo abandonado a su suerte es peligrosamente insalubre para quienes lo habitan y lo sufren.

La chatarra acumulada en el asentamiento de Faitanar / J.M.López
Aunque sus quejas parecían caer en saco roto, tanto los propietarios del terreno como el ayuntamiento han movido ficha. Por un lado, la empresa Acciona quiere asumir la limpieza de su solar, pero al detectar que hay personas viviendo en él, fue al juzgado para intentar desalojar. El juzgado de primera instancia ha rechazado que puedan entrar a limpiar porque no conoce quiénes habitan en este suelo, pero la empresa ha recurrido a la Audiencia Provincial. El permiso de limpieza implicaría necesariamente el desalojo de las infraviviendas.
Por otro lado, el ayuntamiento también trabaja en el tema desde las áreas de Servicios Sociales, Policía Local y Limpieza. Según explican fuentes municipales, la población afincada en el solar rechaza la atención social y niega que haya menores a su cargo. Cuando acuden agentes de policía o personal de la oenegé Alanna estos «desaparecen». Sin embargo, la Policía Local ha detectado a seis menores viviendo en el asentamiento, circunstancia que impide retirar los residuos o desalojar a las familias.
Una vez detectados menores fuera del sistema y posiblemente sin escolarizar, el protocolo cambia. La presencia de niños en un campamento de estas características es una de las líneas rojas que la ley no permite traspasar. Los servicios sociales del ayuntamiento han realizado un informe con medidas concretas que se están valorando conjuntamente con la conselleria de Susana Camarero. En las próximas semanas se valorará la situación social de los residentes del asentamiento, tanto adultos como niños, y se actuará en consecuencia.

Las infraviviendas de Faitanar / J.M.López
Una década viviendo en el solar
Mientras esto ocurre, Mihai, ajeno al movimiento a su alrededor, arregla una bicicleta sentado en una silla de plástico. El hombre cuenta que lleva 10 años viviendo en este solar y antes estuvo otros 5 años en un terreno aledaño. «No tenemos nada. Ningún sitio a donde ir», resume. Mihai y el resto de personas del asentamiento llegaron procedentes de Turnu Măgurele, un pueblo de 20.000 habitantes en la frontera sur de Rumanía, lindando con Bulgaria. Como muchos compatriotas acudieron en diáspora a España buscando el futuro que allí no tenían. Pero las cosas no han salido bien.
«Ganamos algo de dinero con la chatarra, muy poco. Vivimos con las garrafas de ocho litros que llenamos en las fuentes y tenemos electricidad de un generador. Las casetas se las llevó el agua y hemos vuelto a construirlas. Si tenemos que irnos de aquí, ¿qué hacemos? Que nos ayuden», implora Mihai tras sobrevivir a una existencia de privaciones y, más puntualmente, a la riada del 29 de octubre. «Nos llegó la alarma al móvil. Huimos a tiempo».
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