Lunes Santo: Cristo a brazo y aniversario "al otro lado"

Lunes santo en el El Canyamelar con la procesión del patrón, Santísimo Cristo de los Afligidos

Germán Caballero

Moisés Domínguez

Moisés Domínguez

València

Hay una Semana Santa Marinera fácil de distinguir: la de la fachada marítima. De Tarongers hacia abajo (porque, recuerden, la Malvarrosa no entra en el juego). Con las cuatro parroquias que albergan cofradías y hermandades. Son el particular «Big Four»: Los Ángeles, San Rafael, Rosario y Santa María del Mar. Alrededor de esos templos, las vírgenes, los cristos y las cruces recorren sus calles de arriba a abajo durante las tardes y también las mañanas conforme el calendario va avanzando. 

Pero hay otra Semana Santa Marinera un poco más al sur. Es pequeña y la menos conocida porque vive apartada de los fastos más populares. Sin embargo, este año también reclaman su protagonismo, porque están de aniversario: 225 años de vida se apunta la «Pontificia y Real Hermandad del Cristo de la Concordia», que así se llaman, aunque algunos estudios indican que, seguramente, la fundación es algunos años antes; es decir, cuando el año en curso aún era de los «mil setecientos», aunque en el estandarte tienen bordado el comedido «1800». Pertenecían a Santa María del Mar -aún aparece allí en el listado de hermandades- pero después transitaron a la parroquia de San Mauro. Están «al otro lado». De la avenida del Puerto, una barrera arquitectónica importante.  

El Lunes Santo salieron a la calle a paso más ligero y ritmo de pasodoble. Es la retreta, con sus vestimentas de color púrpura. Entre veinte y treinta, transitando por Islas Canarias y las calles de la Creu del Grao. Se les volverá a ver el Miércoles Santo, con la procesión de la imagen y en los días grandes, con los actos propios del momento: la Procesión del Silencio Jueves Santo y el Via Crucis del Viernes Santo.

Retreta de la Hermandad del Cristo de la Concordia

Retreta de la Hermandad del Cristo de la Concordia / Moisés Domínguez

Mientras, el Lunes Santo trajo las procesiones que son habituales. La Semana Santa es rígida en cuanto a usos y costumbres y, por eso, muchas cosas están previstas. Por ejemplo, el paso de Cristo de los Afligidos por las calles del Canyamelar. Lo hace bajo palio, escoltada por miembros del Cuerpo Nacional de Policía, mientras los porteadores, que se colocan la talla en el hombro, van turnándose en función a lo que aguanta el porteador -el concejal de Policía Local, Jesús Carbonell, comprobó de primera mano el peso de la talla-. Con calculada precisión, María al Pie de la Cruz transita sin chocarse una y otra comitiva. 

También es popular la procesión Jesús con la Cruz, al que acompaña, en poderoso contraste, y recién llegado del centro de la Ciudad, el Sant Bult, un cristo también agonizante, clavado en la cruz, pero sin la perfección anatómica de Semana Santa. Pero a la vez, crucificado, vestido y sin sufrimiento. Formas diferentes de ver la advocación. 

Procesión de María al Pie de la Cruz en el Cabanyal

Procesión de María al Pie de la Cruz en el Cabanyal / Moisés Domínguez

Este martes llega otro plato fuerte: el encuentro en las Atarazanas entre la Dolorosa y el Nazareno. Será sobre las nueve de la noche. Antes, el Pretorio llenará las calles del Cabanyal. 

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