San Vicente Ferrer llena el centro de València en la Ofrenda sin casi ni percatarse del apagón y con "mascletà" suspendida

La comitiva transcurre sin problemas, aunque con una representación institucional menguada

La comitiva y el público desfiló sin novedad

La comitiva y el público desfiló sin novedad / Miguel Angel Montesinos

Moisés Domínguez

Moisés Domínguez

València

Todo lo que Fallas y Semana Santa suelen tener amenazas, cuando no materializaciones, de mal tiempo, la estampa habitual de San Vicente Ferrer y su día grande suele ser el de una jornada soleada, cuando no tórrida, se celebre cuando se celebre la Octava de Pascua. Uno de los particulares milagros para cambiar de registro y finalizar todo el ciclo de Semana Santa y Pascua. Como en su edición 2025, con el mes de abril a punto de terminar. Jornada pintiparada para que, los que se quedaron, salieran al centro para echar un vistazo a la Ofrenda, acto central de la jornada, y en el que propios y visitantes se mezclan para llenar el camino que lleva desde la plaza del Ayuntamiento al "Pouet".

Y un observador que no estuviera preocupado de otra cosa pensaría que fue una Ofrenda más. Y lo fue realmente salvo por algún pequeño detalle. Al tratarse de un acto al aire libre, nada hacía imaginar que se estaba produciendo una avería global. Altares e invitados participaron sin problemas, con una sonrisa y sin la más mínima señal de alarma.

Desfile con mucho público y detrás, los comercios

Desfile con mucho público y detrás, los comercios / Miguel Angel Montesinos

Había que agudizar la vista para darse cuenta de alguna de las anomalías. Como las tiendas que estaban abiertas a lo largo del recorrido y que estaban en penumbra, incapaces de vender nada salvo que se llevara dinero contante y sonante. O los relojes digitales parados en horas imposibles. O los despachos municipales, que se notaban a oscuras, salvo la zona de los despachos de alcaldía, donde se notaban la existencia de potentes grupos electrógenos. Ni María José Catalá ni los concejales relacionados con Emergencias se sumaron al acto, aunque estaban preparados para ello. La representacion municipal, concejala de Fiestas, Mónica Gil, al margen, se redujo a cuatro concejales del PP (Santiago Ballester, Marta Torrado, María José Ferrer y Juan Giner), dos del PSOE (Nuria Llopis y Borja Santamaría) y uno de Compromís (Pere Fuset).

Al acabar la Ofrenda, la honorable clavariesa y su séquito entró en una capilla del Pouet en penumbra. Así, y sin sonido en el micrófono es como pudo entregar sus flores. Después se puso la corona de flores bajo la estatua del "pare Vicent" y se cantaron los himnos. Mientras, los operarios de Vulcano desmontaban la traca con la que debía empezar la "mascletà", que se suspendió por cuestión de seguridad. Como posteriormente se confirmaba la cancelación de la Procesión Cívica.

¿Y antes? Normalidad. Esa mezcla de trajes de valenciana y trajes negros con teja y mantilla; de "saraguells" y "torrentís" y trajes de chaqueta o chaqués, y de los "xiquets del miracle" vestidos de época componen el desfile para hacer una versión en pequeño de la Ofrenda de Fallas, con su "cadafal" y su tapiz, dedicado este año al cuarto centenario de la fiesta de los Niños de la Calle San Vicente. 

Todo ello, en la calle, después de la misa de pontifical en la que se lanzó, a través del fraile José Antonio Heredia, un mensaje social de acogimiento al forastero y en contra de la guerra.

De forma abrupta, sin procesión y con la "baixà del sant", acabó la fiesta vicentina, a la espera de reanudarse el próximo fin de semana.

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