Apagón
València a oscuras: Patraix y Russafa, bajo el manto del apagón
Varios barrios de València estuvieron sin luz hasta bien entrada la noche, y los vecinos se tuvieron que armar de linternas para transitar por las calles en penumbra del centro de la ciudad desde donde, curiosamente, se podían ver las estrellas

Un vecino, anoche en plena calle sin luz / Germán Caballero

Dos velas encima de la barra y una linterna en un armario. Eso es lo que ilumina un bar lleno hasta los topes en el corazón del barrio de Patraix. Como no hay luz en los pisos, los vecinos han bajado a tomar unas cervezas en medio de un barrio en total oscuridad. Las linternas de la gente que pasa por la calle, los faros de los coches, y los móviles de los parroquianos son de lo poco que ilumina bajo el manto del apagón masivo.
Sobre las 18:30 de la tarde la mayoría de barrios de València ya volvían a tener suministro eléctrico tras el apagón de luz en toda España, pero hubo dos excepciones: Russafa y Patraix, que hasta casi medianoche permanecieron a oscuras.

Apagón en València, con Patraix y Russafa a oscuras. / Germán Caballero
Los vecinos de Russafa, en el corazón de la ciudad de València, pudieron ver las estrellas con mucha claridad. En la calle muy poca gente se atrevía a salir, algunos incluso sin linternas, la mayoría en coches o con alguna luz que les acompañaba. En una esquina, un camarero recoge su bar que, también con la ayuda de linternas y una vela, ha estado sirviendo bebidas al vecindario que no sabía que hacer con su casa a oscuras: “los he echado hace unos minutos porque no se querían ir”, cuenta el trabajador con sorna.
Una manzana tiene luz, la de al lado no. Es el panorama que se encontraron los vecinos de este barrio, medio a oscuras medio iluminado y con algunas casas a la luz de las velas según se podía ver desde la calle.
En Patraix, en cambio, la oscuridad era prácticamente total en pisos y en la calle. Las luces de los coches o el azul de policía y bomberos era lo único que cortaba la penumbra instalada en este distrito de València. Según explicó la Delegada del Gobierno Pilar Bernabé, durante la noche de este lunes se triplicó el número de Guardias Civiles y Policías Nacionales que patrullan normalmente las calles de la ciudad para garantizar la seguridad en las mismas.

Varios vecinos, en la terraza de una bocatería / Germán Caballero
La luz y los más vulnerables
Un camión de Bomberos aparca en una de las calles del barrio de Patraix y de él se bajan 5 efectivos. Entran a un portal y, allí comienzan a montar y asegurar una silla. El objetivo es poder subir a un hombre mayor con movilidad reducida hasta su casa, ya que sin ascensor no puede ni subir un escalón.
La que ha llamado es su hija, y los bomberos se afanan en asegurar la silla, mover al hombre de su silla de ruedas eléctrica a esta otra de madera y subirlo a pulso por las escaleras para que no tenga que pasar la noche allí. Por toda la ciudad efectivos de bomberos y protección civil han realizado este servicio ante la ausencia de los ascensores.

Apagón en València, con Patraix y Russafa a oscuras. / Germán Caballero
Pérdidas en los negocios
María espera junto a su perro en la puerta de una pastelería de Patraix mientras su pareja carga todas las cajas que puede en el maletero de su coche, colocado justo delante de la persiana. Niega con la cabeza y explica que el día de hoy ha sido muy malo para el negocio y que auguran unas pérdidas muy grandes. En el maletero del coche tratan de salvar el poco género que todavía les queda, aunque con poca esperanza. La mañana del martes será el momento de calcular los daños.
La ausencia de semáforos hace que circular por ciertos barrios de València sea peligroso, más aún si uno es peatón y no porta una linterna. Aún así, algunas personas con patinete eléctrico circulan para volver a su casa con especial cuidado con los coches, que ciegan los ojos con sus luces en medio de tanta oscuridad.
A las 22:58 la luz volvió súbitamente a Patraix, arrancando en ese momento aplausos de los vecinos que salieron a los balcones emocionados, alguno incluso tirando algún petardo y celebrando que, por fin, pueden hacer vida normal, aunque hoy hayan visto como la seguridad de la que disfrutamos en realidad es algo muy frágil.
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