"Un segundo de descuido, un paso atrás un centímetro más corto, y pasa lo que pasa"

Los Campaners del Micalet aseguran que el accidente sufrido por uno de ellos "nos ocurre a todos alguna vez en la vida, pero es infrecuente"

Francesc Llop alerta de que "la nueva generación de campaneros se preocupan demasiado por grabarse mientras voltean" y apela a que "tocar campanas no se aprende en un día"

Un campanero resulta herido cuando volteaba las campanas del Micalet

Fernando Bustamante

Moisés Domínguez

Moisés Domínguez

València

"Era casi en el último instante, cuando la Custodia estaba pasando por la plaza de la Reina". Después de todo un día volteando. Y apenas un centímetro, quizá dos, es lo que separó la normalidad de un cuero cabelludo rasgado y un chorro de sangre "que siempre es aparatoso". 

Los Campaners de la Catedral de València vivieron el domingo del Corpus una situación anómala: que uno de sus componentes tuviera que ser atendido tras ser golpeado por la trucha de madera de la campana Manuel, una campana de 1.200 kilos que hace poco ha cumplido 400 años de existencia. Una herida que llevó a los servicios de emergencia a organizar un operativo que los propios campaneros consideran "excesivo para lo que era en realidad, pero que bienvenido sea, porque hubo muchos efectivos a disposición y se garantizó la protección del campanero. Hasta él mismo estaba enfadado, preguntando que para qué había tantos vehículos". De hecho, "no hay más que ver el informe: nuestro compañero bajó por su propio pie y orientado. Se le llevó al hospital para que le pusieran tres puntos". Los servicios sanitarios y bomberos acudieron al Micalet para atender una situación que no suele ser habitual. Hasta el concejal Juan Carlos Caballero abandonó la comitiva para, con el chaqué puesto, contemplar la atención al campanero.

Francesc Llop, toda una autoridad mundial en campanas, es el responsable de la brigada de campaneros y asegura que "todos, en alguna ocasión, hemos tenido algún incidente" aunque es verdad que no es habitual. "En la Catedral, desde luego, no. El único incidente fuerte de verdad fue en el año 1964, cuando el último campanero tradicional cayó desde una escalera y sí que se hizo mucho daño". Parar una campana es el momento final del repique. "Con el peso y la velocidad que tiene es como parar una furgoneta. No es un proceso fácil y para dominarlo hace falta eso: oficio".

Un campanero experto

El campanero accidentado, de 55 años, es veterano, de los fundadores del colectivo, una persona con experiencia sobrada. "Para nada es un novato. Pero es un segundo de descuido, apenas nada", que el paso atrás sea un centímetro más corto. Tocar manualmente las campanas es un proceso muy automatizado entre los campaneros expertos "pero esta vez pasó. Había sido un día agotador y, en el último instante, parando la campana, ocurrió". Inmediatamente se le puso una camiseta en la cabeza para parar la hemorragia "y cuando llegó la sanitaria ya le vendó. Es una rozadura, algo que a lo largo de una carrera nos ocurre a todos alguna vez, pero muy aparatosa". 

Imagen del operativo desplazado a la base del Micalet

Imagen del operativo desplazado a la base del Micalet / Ayto Vlc

"Los arneses eran peor"

Los campaneros tocan sin elementos que puedan proteger. Ni los del Micalet ni ningún otro. "En Castellón quisieron atarlos con arneses y se negaron porque, además, era un peligro aún mayor por el retroceso: el campanero siempre da un paso atrás y lo que hacía el arnés era rebotarlo. Y ponerse un casco... si te golpea una campana, el casco poco te ayudará". Al ser trabajos automatizados, "la mejor medida es el oficio, la experiencia y la seriedad". 

Volteos y selfis

Por eso, Llop también insiste en "la formación. Estamos viendo jóvenes que voltean y, mientras, se hacen selfis. O que sufren un accidente y lo graban. Y esto es un trabajo muy serio, que no es aprende en un día precisamente. Nosotros no grabamos: tocamos". El incidente se pudo controlar, además, "porque no había gente que pudiera ponerse nerviosa". Los toques manuales, especialmente en días grandes como este -es el único en el que se llegan a tocar simultáneamente todas las campanas- el interior del campanario suele llenarse de público. "Desde hace años se hacen las reservas por la web para evitar el exceso de gente y para darle el valor que merece la experiencia". 

Los Bomberos acudieron a la llamada, preparados por si había que hacer una evacuación por el mirador. "Cada vez hacen más ejercicios, porque el número de visitas es cada vez mayor, y también están poniendo en práctica la evacuación por dentro, por las escaleras. El Cabildo también se ha ofrecido, pero tenemos nuestro propio seguro". Los campaneros llevan "muchos días tocando de forma extraordinaria: la Virgen, el fallecimiento del Papa, el nombramiento del nuevo, ahora el Corpus, la Octava del Corpus... y aquí siempre hay que estar muy concentrado". Es el peaje de convivir con maderas y metales de cientos de kilos. "Tocar campanas es eso; tocarlas. No tirar de una cuerda para que suene una campana que está a varios metros de distancia. Y en ese contacto, a veces, pueden ocurrir cosas".

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